La batalla entre The Papas & The Profes no cesa en las redes sociales. Comenzó el conflicto por el asunto de los deberes, pero a estas alturas uno ya se encuentra a progenitores que rebuznan duro contra el profesorado por cualquier cosa y a docentes que reaccionan airados y le afean a los progenitores la deficitaria educación de sus hijos. Ayer mismo se hizo viral una carta en la que una profesora, con retintín, decía que muy bien, que ella ya no pondría más tareas para ser realizadas fuera del horario lectivo, pero a cambio esperaba que no llegasen más críos irresponsables, sin afán de trabajo y sin los mínimos básicos de comportamiento, ya que esa no es su tarea sino la de los padres. Nunca hasta ahora, o al menos no lo recuerdo, se había visto en España un alejamiento de este tipo entre dos de las patas básicas del sistema educativo. Saberse sí que se sabía que la vieja comunión entre The Papas & The Profes había expirado con el pasar de los años, los diferentes abortos políticoeducativos que vinieron y la perdida continuada de la autoridad de los docentes. Pero, claro, una cosa es que eso se supiese y otra que se adivinase que la batalla iba a tornarse viral y campal, preocupante para todos menos para el ministro de la cosa, que parece tranquilo bajo su flema diplomática. Porque Méndez de Vigo ha soltado unas frases correctas sobre la concordia y la unión, pero nada de lo que se deduzca que se ha puesto en serio a frenar un conflicto que no es general, pues no afecta a la gran masa de padres y profesores razonables, pero que amenaza con crear una brecha difícilmente reconstruible. Nunca debió surgir esta vengorzante dilema, más que nada porque The Papas & The Profes es una banda que o se pone a tocar junta y en sintonía o se arruina el concierto, así que lo que ahora toca es reconstruir lo roto con la esperanzan de que el jarrón pueda lucir de nuevo con dignidad. Mal andaba de antemano el sistema educativo en esta España deconstruida, pero lo que faltaba es que unos y otros empezasen a desafinar cada uno por su lado mientras queda en el aire la pregunta: ¿hay alguien por ahí que de verdad piense en los niños?