Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Sambenito

En Europa, los golpistas pasan por demócratas y los demócratas por golpistas con un Estado que está inerme

Cinco siglos después, siguen las cosas igual. La decisión de excarcelar a Puigdemont me coge leyendo el capítulo titulado Alemania: protestantismo y regresión feudal del libro de María Elvira Roca Imperialismo y Leyenda Negra. Alemania es, junto a Italia e Inglaterra ,una de las fuentes fundamentales de la hispanofobia. La profesora malagueña, reciente medalla de Andalucía, cuenta con todo lujo de detalles cómo Martín Lutero, el adalid del protestantismo, utilizó la imprenta como herramienta para condenar a España al fuego fatuo de ser un país retrógrado que no había hecho más aportación a la Historia que la Inquisición y la quema de brujas. El mismo Lutero que aboga por quemar las sinagogas de los judíos y que convierte la Reforma que abanderó en un signo de la tolerancia religiosa cuando significó todo lo contrario. Pura propaganda para contrarrestar la reputación de un país como España con un ejército mucho más eficaz y una organización política más moderna. Con la paradoja de que ambos países, España y Alemania, estaban gobernados por el mismo emperador, aquel Carlos V cuyas cuentas bancarias escrutó al milímetro Ramón Carande. El padre de Felipe II, el rey que se atrincheró en El Escorial y al que le dedicaron sendas biografías Hugh Thomas y Geoffrey Parker para compensarle de los estragos de la Armada Invencible.

Puigdemont ha resucitado a las brujas y la Inquisición, se ha quitado el sambenito al salir de la prisión germana. Y sabe que como en tiempos de Gutemberg la opinión le resulta favorable. En ese juego de magia, los golpistas secesionistas pasan por demócratas (con el derecho a decidir como primera de las patrañas de su Constitución de estrambote) y los demócratas quedan ante el mundo como golpistas, inermes ante una propaganda afín y ante un lugar común, el del franquismo, que permanece como los dibujos de las cuevas de Altamira. Cinco siglos después, Alemania parece no haber encajado su derrota en la guerra de los Treinta Años, conflicto que según Roca hipotecó el porvenir de España. Parece que todavía le escuece la Eurocopa que perdieron contra España hace 10 años con el gol de Torres.

El ínclito Puigdemont no sólo tiene aliados por toda Europa, como si el tiempo se hubiera quedado parado hace 50 años, cuando Massiel ganó Eurovisión. También los tiene en España, en aquellos que ven en este sátrapa al pelele que el destino les ha enviado para echar de la Moncloa a Rajoy. Dejo el libro de Elvira Roca y veo a Ferrer conseguir el punto decisivo de la Copa Davis. Primero de España y quinto contra Alemania.

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