EN los últimos años, gracias a la íntima relación que cada día más mantenemos con las denominadas nuevas tecnologías -algunos llegan al amor torrencial-, dos nuevos sistemas de comunicación se han incorporado a nuestras vidas. Por un lados los emails -o correos electrónicos-, que han conseguido variar, y de qué manera, buena parte de nuestros hábitos laborales, así como de nuestras relaciones personales y sociales. Por otro, los SMS, herramienta de los teléfonos móviles que ya ha sobrepasado con creces, en uso, a la conversación oral. Es decir, hemos retomado el gusto por escribir a los demás, aunque ya no gastemos ni en sobres ni en sellos para desgracia de Correos. Aunque en algunos casos, sobre todo en los SMS, se practica una escritura indescifrable, todavía no sé si deconstructiva o, simplemente, destructiva, por las vulneraciones que padece el vocabulario convencional, que queda reducido a un jeroglífico que sólo resuelven los iniciados. Como se suele decir, la pela es la pela, y en un solo mensaje se concretiza lo que necesitaría de varios.

Si nos atenemos a las previsiones expuestas en diferentes medios de comunicación, durante estas fiestas navideñas cada español mandaremos una media de treinta mensajes a través de nuestros de nuestros teléfonos móviles. Teniendo en cuenta que el 99,9% de los españoles cuenta con un teléfono móvil, hay quien tiene más de uno, y hasta de dos, esto nos traslada a la nada despreciable cifra de casi 150 millones de SMS, que ahí queda la cosa. Algo más de 100 millones de mensajes se enviarán entre mañana y pasado, la nueva forma de felicitar la entrada en el año que ya nos cosquillea con su fría nariz de enero. Las modas y las tendencias también han llegado a los SMS, y así podemos encontrar unos cuantos -grandes éxitos- que se expanden de un teléfono a otro a la velocidad de una mortal epidemia. Por ejemplo, en lo que llevamos de Navidad ha arrasado el mensaje que cuenta aquello de ZP y el conejo, que yo he podido recibir unas doce veces, siguiéndole muy de cerca ese otro que comienza diciendo lo de "Aviso a toda la población". Mensajes que en multitud de ocasiones reenvías a tus amigos y familiares, con la intención de que también se diviertan con la ocurrencia. Si eres el primero en enviar un mensaje ingenioso a tu grupo de amigos y familiares, podrás comprobar que no te responden, como cabría prever, dedicados a reenviar el nuevo mensaje. O puede que te respondan con otro divertidísimo que han recibido ellos, en lo que podríamos llegar a entender como algo parecido a una competición de SMS. Competición que ya existe, en una página de internet. El premio, como no podía ser de otra manera: un teléfono móvil.

Hay quien se devana los sesos con tal de crear un mensaje personal y emotivo que deslumbre al que lo recibe. En muchos casos, asistimos a una torrencial riada de glucosa, que puede despertar en nosotros la emoción, pero también extrañeza. "Si la amistad es la fortuna yo soy el más afortunado de la tierra" o "Gracias por estar a mi lado aunque estemos lejos" o "Los amigos son como los radares de la Guardia Civil". "¿Por qué no me lo ha dicho nunca a la cara?", nos podemos preguntar. Son muy frecuentes los SMS de alto contenido erótico, sobre todo enfatizando en los poderes del emisor, los supuestamente graciosos -algunos llegan a serlo, es cierto: -"quienmeharobadolatecladelespacio"-, y los que pretenden ser inteligentes, irónicos o simplemente burlescos. Los muy habilidosos, incluso, envían mensajes con imágenes, con cancioncillas o con entrañables fotografías -los hijos pequeños vestidos de pastores son muy frecuentes-. Hay quien considera que los mensajes navideños son una moda pasajera y que esta desbordante eclosión pasará en breve. Anuladas mis dotes vaticinadoras, entiendo que solamente son una más de las peculiaridades de este tiempo que nos ha tocado vivir, y que, por buscarle el lado positivo -aparte de las ganancias para las operadoras de telefonía-, agradezcamos que cada año sean más los que nos felicitan. Que se acuerden de uno, ya sea por SMS, por email o por la tradicional postal, es lo verdaderamente importante, puede que lo más entrañable de estas fiestas. Aprovecho mi Vista Aérea, para desearle a usted, a toda su familia y amigos, a todos los que se asomen a esta tronera, y a los que no también, un feliz 2008.

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