Rubio Recio

Si existe el Parque Nacional de Doñana en la actualidad es gracias a héroes como Bernis, Valverde y Rubio

No me cabe duda de que si el mundo sigue adelante no es gracias a la cantidad de impresentables que ocupan cargos de responsabilidad como estamos viendo en estos últimos meses, sino a la llamada sociedad civil, palabra que tan bien suena, pero que tan poco pinta. El hecho de que hoy sea el día de los difunto me motiva, aún más, a evocar la figura de una persona realmente importante que ha fallecido hace unos días en Sevilla. Esta sociedad infantiloide pretende olvidar la muerte supliendo el día de los difuntos por esa pamplina de Halloween, como si el hecho de morir, la única certeza de nuestra vida, no mereciera ser tenida en cuenta al menos un día al año.

Si existe el Parque Nacional de Doñana en la actualidad es gracias a héroes como Bernis, Valverde y Rubio. Acogidos por el bodeguero y propietario de gran parte de los terrenos de Doñana, Mauricio González-Gordon, llegan allí en 1953 e invitan a un joven médico aficionado a la naturaleza llamado Félix Rodríguez de la Fuente. Como el propio Rubio Recio contaba en una entrevista publicada hace años a este periódico, allí se hablaba de ecología, palabra poco conocida entonces, y se anidaban aves ante las risas de los guardas del coto.

Animado por el proyecto del Parque se traslada a Sevilla, de cuya Universidad ha sido catedrático perteneciente al Departamento de Geografía desde 1981 hasta su jubilación. Maestro de una escuela de geógrafos andaluces y españoles, su ámbito de trabajo se extendió también por Centroamérica y el Amazonas. Gran bibliófilo y asiduo de las librerías de viejo, su casa solariega de Villoria de Órbigo, se convertía cada verano en lugar de acogida para cuantos amigos nos dejábamos caer por allí. Charlas entrañables en compañía de sus hijos y Cuca, su mujer, e inolvidables sobremesas con la imagen del Monte Teleno al fondo.

De no ser por personas de su calibre, el despropósito de Matalascañas habría llegado a Sanlúcar y Doñana sería una atrocidad. Moles de hormigón y autopistas sin sentido, un nuevo Benidorm en la desembocadura del Guadalquivir. Eso no es progreso, es lo que Halloween al día de los difuntos: una niñería más de la sociedad ridícula e infantil en la que nos ha tocado vivir. Ahora que tanto ecologista de marca, pacotilla y subvención pulula por ahí, sobresalen figuras como la de Rubio Recio que sí lo era de verdad. Para siempre nos quedará su hombría de bien y su obra.

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