'Rocket man'

La izquierda tradicional se halla en crisis en casi toda Europa. La crisis del PSOE no es una simple fantasmagoría celtíbera

Obviamente, el Rocket man, el tío del cohete, es el simpático tirano Kim Jong-un, cuya afición a la artillería espacial es una forma, algo atípica, de convocar el Apocalipsis. Este carácter implosivo, sin embargo, no es privativo de aquellas latitudes; y tampoco cabe reducirlo a un rasgo común de los autócratas. La voluntad de aniquilación, el romántico "viva yo y perezca el mundo", es un rasgo del comportamiento que nos aflige desde la infancia, y sólo la educación nos libra -si nos libra, claro- de esa penosa y rudimentaria egolatría. El niño que no presta el balón y el niño que tiraniza a Corea del Norte sólo difieren en la cantidad de poder puesto a su alcance. Salvando las distancias necesarias -que son enormes-, el candidato Sánchez también vive afligido por este mal; un mal prometeico que lo empuja a triunfar, aunque su triunfo signifique el fracaso y la ruina de cuanto ama.

El lunes, en el traspaso de poderes a Édouard Philippe, el nuevo primer ministro saludaba a su antecesor como hombre de Estado, a pesar de que él (Philippe) era de derechas, y Cazaneuve (el anterior) es de izquierdas. Esta mera cortesía entre dirigentes, que no hace sino subrayar una obviedad, sería imposible, sin embargo, en España. La estrategia seguida por el señor Sánchez, y auspiciada por una parte del PSOE, ha sido ésta de negar cualquier tipo de razón al adversario, porque el adversario, ay, es de derechas. Que uno y otro partido coincidan en lo sustancial, vale decir, en la profusa arboladura del Estado, no parece ser suficiente. Que uno y otro partido se enfrenten, además, a la onerosa disgregación cantonalista que nos aflige, no ha resultado, en última instancia, una razón de peso. La apuesta del señor Sánchez consiste, en gran medida, en desautorizar cuanto su partido ha obrado en los últimos treinta años. ¿A cambio de qué? A cambio, probablemente, de que gobierne el propio señor Sánchez. ¿Y con qué ventajas? Con la indudable ventaja de su amabilidad, su ruborosa indefinición y su carisma.

Ya hemos visto que la izquierda tradicional se halla en crisis en casi toda Europa. Y que la crisis del PSOE no es una simple fantasmagoría celtíbera. Queda por saber, no obstante, si la salvación de la izquierda vendrá de recuperar su discurso, su carácter social y equitativo, o de contratar al hombre del cohete. Nada indica, hasta el momento, que Sánchez vaya a alzarse con el triunfo. Nada indica, por otra parte, que la sugestión del Rocket man, del justiciero implosivo, haya menguado en algo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios