tribuna

Enrique Bellido

Repugnar, repugnar...

LA malagueña Trinidad Jiménez, que hoy ocupa el cargo de secretaria de Política Social del PSOE y que entre 2009 y 2010 fue ministra de Sanidad en uno de los gobiernos de Rodríguez Zapatero, declaraba no hace mucho, en el marco de las protestas sanitarias que en la Comunidad de Madrid se vienen produciendo contra el proyecto del Gobierno regional del PP de privatizar la gestión de una serie de hospitales: "Me repugna que el Partido Popular esté entregando la sanidad pública a manos privadas".

Con ello, Trini, como la denominan sus compañeros de partido coloquialmente, venía a demostrar, por un lado, que su paso por el Ministerio de Sanidad se debió a una coyuntura de cuotas más que a su conocimiento real de la materia de la que debía ocuparse -tal vez por ello sólo se mantuvo un año y medio en el cargo- y, por otro, su profundo desconocimiento de la realidad social de Andalucía -no olvidemos que es diputada a Cortes por la provincia de Málaga-, por no entrar a valorar sus cualidades para desvirtuar la verdad.

Y es que precisamente aquella a quien tanto le repugna la gestión privada de un servicio que sigue siendo público, como es el sanitario, comparte mesa con quien es presidente de los socialistas y del Hobierno de la Junta de Andalucía, José A. Griñán -que, por cierto, fuera también ministro de Sanidad, en aquella ocasión con Felipe González- el cuál, como se recoge textualmente en la página web de la Consejería de Salud, mantiene en la red pública hospitalaria de nuestra comunidad 17 centros hospitalarios privados: "En Andalucía, la Consejería de Salud tiene suscritos conciertos con entidades como la Cruz Roja, la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, la Empresa José Manuel Pascual Pascual, S.A. y otras, llegando a un total de 17 hospitales, situados en las provincias de Almería, Cádiz, Córdoba, Huelva, Granada, Málaga y Sevilla", que prestan una asistencia variada y plural: "Dentro de la cartera de servicios, según el tipo de hospital y de forma agrupada, las prestaciones más frecuentes son: Ingresos Médicos, Ingresos Quirúrgicos, Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA), Cirugía Menor Ambulatoria (cma), Consultas Externas, Urgencias, Sesiones de Rehabilitación y Pruebas Diagnósticas."

Pero no, esta práctica, que lleva en vigor en Andalucía desde los años ochenta, o bien Trinidad Jiménez la desconoce - estoy convencido que no- o no le repugna por protagonizarla un Gobierno autonómico de su propio signo, lo que yo denominaría como sectarismo vulgar.

Y es que se puede estar más o menos de acuerdo con las nuevas formas de gestión de los servicios públicos, pero lo que es irrefutable es que todos los gobiernos, del signo que sean, vienen poniendo en práctica modelos privados para la gestión de lo público, buscando con ello rentabilizar al máximo los recursos humanos y materiales de que disponen, más aún en tiempos de crisis como los que vivimos.

Las propias Empresas Públicas Sanitarias de Andalucía, que aglutinan a los nuevos hospitales creados o a las emergencias sanitarias, el conocido 061, son un ejemplo de aplicación de la normativa por la que se rige la empresa privada a un servicio público en áreas tan importantes como son las de personal o adquisiciones y contratos.

De ahí que lo que pretende el Gobierno popular de la Comunidad de Madrid no representa nada novedoso ni que tenga que ir necesariamente en contra de la calidad y, mucho menos, en contra de la gratuidad y universalidad de la asistencia pública sanitaria.

Al contrario, racionalizar el gasto, manteniendo unos niveles estandarizables de calidad asistencial, puede garantizar la vigencia del sistema público.

¿O es que, como sucede en muchos de nuestros centros sanitarios, los andaluces entre ellos, es peor la blancura de las sábanas, el sabor de la comida, la limpieza de las habitaciones, la calidad de las resonancias magnéticas o de algunas pruebas analíticas, por citar sólo algunos ejemplos, porque de ello se encarguen empresas privadas?

Repugnar, repugnar hay otras muchas cosas que nos repugnan, también aquí en Andalucía, de las que son protagonistas precisamente nuestros políticos gobernantes

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