Fuera de cobertura

Elena Medel

Redecora tu Feria

LA Asociación de Casetas Tradicionales ha presentado -con un desayuno molinero y sevillanas de Los Romeros de La Puebla- su web, aunque el tono de su mensaje -que reivindica el uso del "Traje Tradicional y la erradicación, cual tuberculosis de nuestro mayo festivo, de las discocasetas, el botellón y, si me apuran, las Hamburguesas Choni- se acerca más a los pliegos de cordel o las palomas mensajeras, cuya profesionalidad benefició a profetas, deportistas olímpicos, legionarios romanos y árabes en las cruzadas. Se instalan en la red con un eslogan, Ya es Navidad, hablemos de Feria, hito en la imaginería publicitaria de arcos polilobulados: pienso en Ya es otoño, hablemos de costaleras, o Ya es 2008, hablemos de 2016, Ya es X, hablemos del espectáculo audiovisual de la Mezquita, e incluso Ya es Feria, hablemos de Navidad, que serviría a la Asociación de Carpas Tradicionales -según la acepción quechua del DRAE, la de toldo y tienda, y no la de "pez teleósteo fisóstomo" no aceptado en Los Patos- que a la de belenistas, madres y padres de alumnos, fabricantes de anís, turrón y mantecados, e incluso al Corte Inglés. Matando dos pájaros de un tiro, también propusieron que la manzana central mute en calle para lucimiento de caballos, rodeada por -¡ay, gachones!- casetas de la Asociación, más bonitas y que lavan más blanco. Lo jugoso para ellos, y el resto que se agrupe, "propiciando ambientes homogéneos".

Más que un rediseño de su estructura, la Feria necesita redefinir conceptos. Por ejemplo: algunas casetas -su banda sonora, su garrafón, sus porteros- convierten el recinto en un polígono más, y otras -muchas bajo apariencia de siempre, ignoro si dentro o fuera de la Asociación- justifican sus precios con el lema Ya es Feria, hagamos nuestro agosto. Lo que no me convence esa intención de apoderarse de los lugares más visibles, solicitar más días privados para los socios -Sevilla- y crear guetos -aquí tradicionales, allá para jóvenes, ¿y el Rincón Cubano?-. Me quedo, eso sí, con la última frase, lapidaria y certera, digna de un tratadista francés del XVIII, de la portada de su página: "A partir de ahí solo [sic] es querer o no querer". Con o sin tilde -los Amigos de la Ortografía Académica redecorarían su vida-, semejante deseo de mazapán confirma que cambiar el mundo empieza por uno mismo.

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