Después de haber leído, y oído, que los jornaleros andaluces eran los beneficiados del atraco a los laboriosos payeses catalanes (Duran Lleida), que los andaluces emigrados a esa comunidad en los años sesenta eran unos indolentes ateos sin capacidad para la organización (Jordi Pujol) y que las ansias autonomistas del 28-F desbordaron la Constitución, anulando la singularidad de Cataluña, después de todo eso, asistimos por parte de Podemos y de destacados articulistas catalanes al intento de utilizar como coartada nuestro referéndum, el del 151 ó 143, para justificar su consulta de autodeterminación. Es decir, que hemos encontrado, realmente, a la puta y a la Ramoneta en la misma persona jurídica y territorial: Andalucía. Pablo Iglesias viene a dar ojana: andaluces, los catalanes podrían hacer lo mismo, lo mismito, que vosotros en 1980, un referéndum para decidir. En 1977, había en Andalucía tantos independentistas como seguidores de Zoroastro, y nunca oí en aquellos días que se reclamase el derecho de la autodeterminación ni mucho menos su sucedáneo del derecho a decidir. El PSOE lo dejó en Suresnes. No nos utilicen más, que insultan, que ya sabemos que hay que trabajar mucho para recoger las manzanas leridanas, mientras que en Andalucía la remolacha levita, se desenraiza y va directa al camión.

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