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Tinta y borrones

Populismo

Siguen sin enterarse de nada, de que esto ya es imparable, de que sólo así llegarán los cambios

Casi una semana después de la polémica sentencia a la Manada, donde se condena a los jóvenes sevillanos a nueve años de cárcel por abuso y no por violación, después de mucho leído a favor y en contra de la decisión judicial, me sigue quedando una sensación de desasosiego, tristeza y hasta resignación por la respuesta que muchos han tenido en este debate. Respeto las decisiones judiciales, claro que sí. Imagino que no habrá sido fácil tomar una decisión en un asunto tan mediático y que al final se ha optado por una salida intermedia y pasar el asunto a instancias superiores para que sean ellas las que decidan. Doy por hecho que no había predisposición de ninguno de los magistrados ni a favor ni en contra, y que ninguno quería tomarse la Justicia por su mano, sino interpretar la ley, el Código Penal y que, quizá ahí, esté el origen de toda esta polémica.

La indignación que en gran parte de la población -no sólo en colectivos feministas- ha desatado la sentencia no es consecuencia de un ataque de populismo ni de un movimiento contra los jueces. La gran mayoría no queremos un linchamiento a los magistrados, ni que se revisen las penas. Más de 20 años por una violación debe ser justo. Lo indignante de este fallo judicial, al menos de lo escrito negro sobre blanco tanto en la sentencia como en el voto particular, es que siga poniéndose el foco en la víctima y que dependa de una línea tan fina decidir sobre un episodio tan traumático que ninguna mujer debería vivir.

No decir que no, al menos desde mi punto de vista, no supone un sí explícito. Tampoco entiendo qué clase de abuso no supone una intimidación en sí misma. Me cuesta creer que una penetración que tú no deseas no sea un acto de violencia de por sí. Me causa tristeza que no sea punible que a una mujer que denuncia una violación le pongan un detective privado y cuestionen su modo de vida. Me deprime que estos casos, más que para realizar una profunda reflexión en todos los ámbitos, se utilicen para reavivar argumentos machistas y no se tome en cuenta, de una vez por todas, la situación de desigualdad en la que vive la mujer.

Hay quien sigue manteniendo que la movilización del 8 de marzo fue seguida por feminazis anticapitalistas y que la indignación ahora es fruto del populismo. Siguen sin enterarse de nada, de que esto ya es imparable y de que sólo así llegarán los cambios.

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