La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Podemistas y periodistas

Lo novedoso es que el acoso de Podemos se hace antes de que llegue al poder y que se organiza en las redes sociales

Sin novedad, señora baronesa. No hay nada nuevo en que políticos en ejercicio insulten, amedrenten y coarten a los periodistas que informan u opinan críticamente sobre sus personas o sus partidos. Todos son grandes defensores de la libertad de expresión... de los que piensan igual que ellos, y paladines del derecho a informar... de las cosas buenas que hacen sus camaradas y de las cosas malas que hacen los enemigos.

No existe periodista en edad adulta que no se haya acostumbrado, por necesidad, a convivir con presiones de distinta índole, intensidad y procedencia en el desarrollo de su trabajo, comenzando por las de la propia empresa que le ha contratado (bueno, esto del contrato es cada vez más insólito). El más famoso director de The Washington Post confesaba que nunca había sufrido presiones más fuertes que cuando cambió el enfoque de los ecos de sociedad del periódico.

Pero nos llaman más la atención el acoso, las coacciones y las injerencias que proceden del poder político. Salvo en los primeros momentos de la ahora denostada transición democrática, siempre ha habido tensiones en las relaciones entre la política y la prensa, y vetos y marginaciones, y también listas negras (normalmente, no escritas, pero persistentes e infalibles, doy fe de ellas). a cargo de todos los partidos. Para ser justos, más bien a cargo de algunos dentro de todos los partidos sin excepción.

Nada nuevo, como digo. Lo novedoso en el caso de Podemos es que las amenazas a los periodistas se están produciendo cuando este partido todavía no ha llegado al Gobierno, rompiéndose así una constante de la política española: el idilio de los partidos de la oposición con los informadores y opinadores, que sólo se quiebra, y de modo automático, en cuanto gracias al voto ciudadano se ponen a gobernar. Entonces cambian. Y lo novedoso es que el insulto ya no es individual, directo y aislado, sino que se convierte en acoso masivo, agobiante y anónimo gracias al manejo de las redes sociales, una modalidad de la comunicación humana en la que los podemitas son maestros, a mucha distancia de todos los demás.

No le doy mucha importancia a estas prácticas, por molestas y dañinas que puedan llegar a ser. Más grave me parecen por lo que auguran. Quieren decir que si Podemos alcanza el poder alguna vez restringirá la libertad de expresión, creará medios informativos serviles y controlará a los demás. Está en sus genes totalitarios y, más taimadamente, en su programa.

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