EL salón de Plenos del Ayuntamiento está acostumbrado cada mes a contar con el público de siempre: los vecinos de Las Pitas pidiendo agua, un colegio que aguanta 20 minutos, un grupo de pensionistas que se tragan lo que les echen, media docena de periodistas y asesores de los grupos políticos que entran y salen constantemente. Es decir, en esta ciudad hay un escaso interés por vivir de primera mano cómo se toman las decisiones que nos afectan a todos, incluidos los presupuestos municipales que tampoco despiertan una expectación extraordinaria, siendo el debate más importante que hay cada año en Capitulares. Ayer, en cambio, el salón de Plenos estaba de bote en bote, porque, además de los de Las Pitas, los pensionistas, el colegio de turno y los periodistas había un nutrido grupo realmente interesado en presenciar en directo cómo se solventaban políticamente dos de los asuntos más destacados de la actualidad de los últimos meses. Lógico.