La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

Peripecia de un libro

Llega ahora a las librerías el poemario Las ventanas de invierno, obra con la que el escritor Francisco Onieva (Córdoba, 1976) ganó la XXI edición del Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad en el ya lejano año 2008. La pretensión inicial del Consistorio cacereño, promotor del galardón, no era que el poemario viese la luz cinco años después, como al final ha ocurrido, sino que lo hiciese sólo unos meses más tarde y en la colección Visor, una de las más prestigiosas del panorama literario español. La crisis económica, sin embargo, comenzaba por entonces a cernirse sobre España como un águila hambrienta y en vuelo vertical y dio lugar a que los acuerdos previos que existían entre el Ayuntamiento y el sello editorial saltasen por los aires y dejasen al poeta con un amargo sabor de boca a pesar de su logro. Inmerecido sabor de boca. Cinco años son muchos años, la verdad, un lustro, y al autor le ha dado tiempo de dar a la luz otros libros, en especial el conjunto de relatos Los que miran el frío, su debut en la narrativa y con el que logró el año pasado el Premio Andalucía de la Crítica a la mejor ópera prima. Onieva, a pesar del paso del tiempo, nunca cejó sin embargo en su empeño de ver publicada aquella obra, que fue premiada por un jurado en el que estaban autores de la talla de Benjamín Prado, García Montero o Basilio Sánchez, y al final, y tras varios avatares políticos, algún alma noble del Ayuntamiento cacereño ha conseguido al fin allanar el camino de este libro, que sale a la luz editado con exquisito cuidado por La Oficina Ediciones. Leo ahora, en estos inesperados días fríos de primavera, los evocadores y misteriosos poemas, caracterizados por una sutil contemplación de la naturaleza y su poso existencial, que componen Las ventanas de invierno y no dejo de pensar si no sería algo predestinado y simbólico que este libro tuviese que pasar esta peripecia alambicada hasta llegar hasta nosotros, sus lectores. Quizá para darnos testimonio de que sus versos siguen siendo poderosos y vivos a pesar del paso de este lustro y para convencernos de que sí que hay que cosas a las que la crisis, aunque las roce, no puede en realidad lastimar porque son inmortales. La poesía, por ejemplo; las artes cuando alcanzan su pureza. Lo más alto del espíritu humano prevalece incluso ante las peores embestidas del presente histórico y la aventura editorial de Las ventanas de invierno lo demuestra. Sus poemas, sus versos, haya pasado lo que haya pasado, ahí están intactos para todos aquellos que quieran disfrutarlos. Poesía frente a la adversidad.

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