Pablo y los sí-sí

Pablo Ráez, el inolvidable Pablo Ráez, es un símbolo de los mejor de una generación a la que se minusvalora

La muerte del joven malagueño Pablo Ráez, enfermo de leucemia, conmocionó el sábado a España, y con razón. Con apenas 20 años este chico ha demostrado que la talla de un ser humano no está en su estatura ni la madurez en su carnet de identidad. Con la muerte rondando, cuando de verdad se juegan la partida y las personas demuestran de qué metal están hechas, él no cayó en el desánimo sino que se convirtió en un activista no ya en su lucha por la vida, que eso es más que entendible, sino en la pelea por hacer visible que la donación de médula es fundamental para salvar la vida a otras personas. La naturaleza demostró sin embargo esta vez, como tantísimas otras, no ser para nada sabia y se llevó por delante a un tipo que, fabricado con la horma de los grandes, podía haber sido muy valioso para la sociedad que ahora lo llora. El ejemplo de Pablo, además, va más allá del cáncer, de la enfermedad, pues con su posicionamiento maduro, vitalista y optimista reivindicó a una generación a la que muchas veces se simplifica tomándola por vaga, youtubera y superflua como si en ella no hubiese miles de chicos que luchan por su futuro con denuedo y que son un eslabón más de lo mejor de esta España tristona y con tendencia a la depresión o el arrebato. De ellos también se hablaba ayer en este diario, en una reportaje sobre la Generación Sí-Sí, la de los chicos que al mismo tiempo estudian y trabajan dada la escasez de becas, en el que quedaba retratado un colectivo al que los medios, con cierta tendencia a la simplificación y el trazo grueso, solemos hacer mucho menos caso que las ovejas negras de esta generación, los conocidos como Ni-Ni. Gente, en fin, que ha padecido en sus familias y en su forma de vida los jodidos efectos de una crisis económica de la que no tuvieron culpa y que comenzó cuando eran apenas unos niños , pero que aún así son capaces de enfrentarse a lo que se les ponga por delante sin que les tiemble el pulso y sin miedo a perder. Pablo Ráez, el inolvidable Pablo Ráez, es el símbolo de una generación que dentro de no mucho tendrá la responsabilidad de dirigir este país y que estoy seguro que no decepcionará tanto como decepcionan otras que se tienen por pioneras y casi perfectas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios