En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Obituario al rey del Bosque

Ya vais seis. Ya sois seis los linces atropellados en las carreteras andaluzas en lo que va de año. Cada una de vuestras muertes son un pequeño gran fracaso de ese programa que tiene en marcha la Junta contra la extinción de vuestra especie, una especie que camináis con porte mariachi y a la que sólo os falta saber cantar para que os arranquéis al ritmo de con conejo o sin conejo / no como siempre lo que quiero [conejos] / pero mi manjar es la Ley / no tengo casa ni reina / ni político que me comprenda / pero sigo siendo el rey [del bosque andaluz]. Y vaya si lo sois. Sois una especie de Travolta del animalario semisalvaje con bigotes felinos y de un gusto lincero tan exquisito que os tiene desterrado a la desaparición de la faz de la Tierra a pesar de que disponéis para vuestra supervivencia de más dinero, administrado por terceros, que la renta per cápita de algunos países en los que los humanos se mueren de hambre. Tanto dinero -millones y millones de euros del programa Life- que no resulta tan difícil poner a vuestra disposición pequeños paraísos donde danzar un amaullado Grease lighting como un engatillado Danny Zuko embobando con contoneo pélvico a vuestra particular felina Sandy, Oh Sandy [Olsson].

Y es que todo es delicatessen en ese vuestro mundo de lindos gatitos en el que a veces se cumple aquella frase mítica de Piolín del "me pereció ver..." , ya que sois muy tunos y os dejáis poco observar en los pocos lugares en los que habitáis. Tanto es así que en Cardeña se sabe de vuestra existencia por las fotografías delatoras con contexto nocturno que os disparan las cámaras trampa repartidas por el parque natural y que tienen como reclamo el maravilloso olor a heno de pravia felina que destila el orín de las de vuestra especie. Que os quiten lo bailao. Desde la Junta saben muy bien que a vuestro travoltiano contoneo no le hace falta que visionéis aquellos documentales [para los humanos] clasificados X en el mundo lincero que filmaba Félix Rodríguez de la Fuente y en los que algún que otro Mister 10 centímetros atigrado practicaba las posturas clásicas del felinosutra con una entregada compañera. Que os quiten lo bailao porque habéis vivido en un continuo imperio de los sentidos hasta copular en el último tango en Cardeña. Unos que vienen y otros que van, pero la vida sigue igual. Los agricultores de la zona ya ensayan sus cantos -agatunados, os recibimos con alegría / ole mi gato, ole la Junta y ole mi tía- mientras preparan sus terrenos a cambio de una módica cantidad económica para que no les falte de nada a nuevos reyes aún por llegar. DEP, gatunos.

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