Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Nochebuena americana

LOS hermanos Gasol se han reencontrado en Memphis, se han ido curtiendo brazo a brazo en el duelo del patio de la casa convertido en espectáculo mundial. Poco antes de la cena de Nochebuena estos hermanos se han llegado a enfrentar con ardor sobrio, el mayor en el regreso a su equipo anterior, al que dio fuelle y una dimensión, y el menor en su empeño medular de no ser solamente el otro Pau. Hace ya mucho tiempo que Marc Gasol no es ni el otro Pau ni el hermano de Pau, porque ya se ha consagrado en su singularidad: la del center rocoso y milenario, jugador alto y macizo como un tronco, pero con la movilidad y la inteligencia en las distancias cortas que también lució Sabonis. Hay mucho baloncesto en las manos de Marc Gasol, que a su definición ofensiva puede añadir también otras proyecciones de su juego, que mejora al equipo.

A Marc Gasol le han criticado mucho por ser el hermano de Pau, hasta yo le critiqué. Perdió peso y le perdió el Barcelona, que después de haberle sometido al ostracismo oficial, a la desconfianza de no ser tan valioso como Pau, le ha visto triunfar primero en otro club de la ACB, el Girona, para entrar poco después por ese marco áureo de la liga estadounidense. Tenemos, entonces, que Marc ya ha cincelado su naturaleza deportiva, que es también su esencia personal, lo que él nos va a dejar en unos años en los que volverá a enfrentarse con su hermano, como hace apenas dos días, poco antes de la cena de Nochebuena: la cena de Nochebuena, en casa de los Gasol, debe de resultar pantagruélica, aunque no menos que en la de Rafael Nadal, que después de un partido seguía comiendo pollos, luego de un plato de pasta, cuando Pau no podía más. Coma más o menos, regulando su peso para afinar su punta de velocidad, Marc Gasol ya ha conseguido no superar a su hermano, sino diferenciarse de su mérito pudiendo modelar su mejor mérito: para Marc, el triunfo es dejar de ser su hermano, afianzarse en sí mismo, ser reconocido como ese jugador con autonomía y voluntad.

Los hermanos Gasol brindan una estampa navideña jugando juntos en Memphis o en Los Ángeles igual que poco antes lo hicieron en Sant Boi. Juan Marsé podría escribir una novela sobre estos dos hermanos barceloneses que ahora son famosos en la ciudad de Elvis para contar la nueva Barcelona, la de la emigración del éxito. Dos hermanos que se pegan debajo de la cancha y después se juntan a cenar son una buena imagen para estos días. Entre hermanos siempre hay una afirmación, rivalidad azarosa, y más si se dedican a lo mismo. Estos dos nos han dado, después de su partido, una Nochebuena americana.

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