ALGO bueno tenía que traer la crisis: las cenas navideñas de empresa, una de las más expresivas muestras de hasta dónde puede degradarse el ser humano en contacto con otros, están siendo anuladas. No es que se ahorren mucho las empresas suspendiéndolas, pero siempre se da un mensaje de austeridad. Además, ¿qué motivos hay para celebrarlas? Bueno, que es Navidad.

Sin embargo, es una Navidad triste y gris en la que muchas personas -casi un millón- no tienen el trabajo que tenían hace un año y otras muchas sienten miedo de perder el que tienen. No hace falta ser albañil o empleado en el sector del automóvil. El paro le puede tocar a cualquiera, y si con el paro ya en todo lo alto hay que recortar gastos a la fuerza, con el paro acechando hay que recortarlos preventivamente. De modo que unos y otros, maltratados por la crisis y amenazados, todos nos tentamos la ropa antes de sumergirnos en el consumo desbocado de otras navidades.

La crisis empezó por las hipotecas y los especuladores financieros, pero ahora lo que destaca es la atonía. No hay dinero y el que hay se ha asustado hasta el punto de que no se quiere gastar (y no digamos ahorrar). Los expertos insisten en la psicosis de crisis. Sin ir más lejos, el vicepresidente segundo de la Junta, José Antonio Griñán, aprovechó el miércoles la tribuna del Foro Joly para incitar al consumo. Porque sin consumo el género no se vende, y vienen los despidos, los ERE y las quiebras. La Junta estudia fórmulas para adelantar las rebajas, atendiendo la petición del comercio, que ya no sabe qué inventarse para que la gente, además de mirar los escaparates, entre y compre algo. La carrera de descuentos y saldos no ha dejado de acelerarse desde hace semanas.

Otro sector que se ha reconvertido por necesidad ha sido el de la distribución de cestas y regalos de las entrañables, que ha ajustado sus precios a la frugalidad exigida. Hasta yo he recibido la oferta de una importante compañía suministradora con diversas posibilidades "para atender a sus compromisos". Los restaurantes también afrontan las comidas colectivas ofreciendo que les digas, de entrada, tu presupuesto, y ellos te elaboran el posible menú (con más entrantes que salientes, claro). En el programa de Carlos Herrera contaron el caso de una casa de comidas que puso en la puerta el siguiente cartel: "Menú del día. Precio a convenir". En un periódico nacional hablaban el viernes de los regalos por el método del amigo invisible, que este año es el amigo invisible y rácano. Las demostraciones de amistad serán en 2008 más de corazón que de cartera. Más auténticas. Es lo único en lo que salimos ganando.

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