Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Más Narrativa desde el Áula

NARRATIVA desde el Áula es una expresión de plenitud, una muestra viva, imprescindible, de cómo la auténtica vocación docente, amparada por el acertado baluarte institucional, puede dar al día unos frutos henchidos de sabor. No hay mejor sabor para la narrativa andaluza, y para la juventud cordobesa de toda la provincia, que asistir a este deslumbramiento anual que significa la muestra de Narrativa desde el Áula. La fórmula, no por conocida deja de ser sencilla y eficiente: un grupo de profesores de distintos institutos trabajan, a lo largo del curso y su cansancio, entre el agotamiento y la eficacia lírica, los relatos cortos de los chicos, que en un acto final, ya fin de fiesta, leen sus textos en el Salón de Plenos de la Diputación Provincial de Córdoba. Allí, asistirán a la presentación del libro en el que se publican los textos de los muchachos participantes en la edición de Narrativa desde el Áula del año anterior, recibirán un diploma como recuerdo y también una bolsa de libros. Pero, en realidad, lo que han disfrutado estos muchachos y muchachas de la provincia de Córdoba es su primera experiencia literaria, en forma de tertulia compartida, poliédrica y coral, oyéndose entre ellos, porque pertenecen a distintos institutos de todas las latitudes cordobesas y, sobre todo, porque su edad oscila entre los 12 y los 17 años, y resulta increíble comprobar cómo esta juventud en la escritura lleva ya el instinto narrador, el olfato nervudo de una historia.

Así, chicos y chicas de los institutos Blas Infante, Fuensanta, Séneca o Colonial de Fuente Palmera, entre otros tantos, se han encontrado en la Diputación, después de un curso de trabajo en el tallado exacto de los textos, en la minucia activa en el relato breve, no sólo para leerlos a los otros, sino también, y quizá más importante, para escucharse. Para quienes vivimos nuestra primera adolescencia soñando con encontrar un profesor parecido lejanamente al Keating de El Club de los Poetas Muertos, conocer a estos maestros no sólo del idioma y la gramática, sino también de la pura creación y su argamasa, es una redención frente al futuro.

El miércoles, en la Diputación, cuando José Mariscal, diputado de Cultura, evocó de manera honda y conmovida el terrible accidente de Villaviciosa, donde había muerto un niño como ellos, se hizo más palpable que otras veces cómo la palabra modelada, lanzada hacia los otros y esgrimida no es que nos aísle del dolor, sino que nos amansa las heridas de cualquier expresión de la tragedia. Estos jóvenes narradores escriben sobre todo, y todo lo hacen bien: relato fantástico, gótico, superheroico, negro, mafioso, aventurero, realista, social, documental, risa y lágrima. Enhorabuena a los profesores y a los directores de los centros por saber impulsar, con entusiasmo y generosidad, esta vocación de exquisitez.

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