Rafalete, la gloria de san agustín

Mantilla

EL otro día me sorprendió Soraya diciendo que le gustaría salir de mantilla detrás de alguna procesión, en agradecimiento porque su tía se ha recuperado de la cosa mala que tuvo. Yo no sé todavía como esa mujer está viva, que cuando la fuimos a ver al hospital tenía más tubos que el almacén de un fontanero.

Nunca me ha dicho Soraya que la acompañe a misa, tampoco creo yo que ella vaya mucho, para qué les voy a decir lo contrario. No la he visto rezando el Rosario ni se detiene a las doce por eso del Ángelus, como hacían mi madre y mi abuela. Es que tampoco va los viernes a ver al Rescatado ni los miércoles a San Pancracio, por eso me sorprendió mucho lo que me dijo, que no le conocía yo esas aficiones a Soraya, aunque también es verdad que cada día me sorprende con algo nuevo, que es como si no la conociera de nada. Aunque esto de la religión cada uno lo lleva como mejor le parece o como se lo crea, digo yo, aunque tampoco yo entiendo mucho de esto. No me paro mucho a pensarlo, si les digo la verdad, y eso que cumplo con todas las fiestas, aunque también es verdad que yo cumplo con todas, las fiestas digo, sean religiosas o no, que en eso no hay quien me gane llevando el calendario, que no se me olvida una. La cosa, como les decía, antes de que me líe, es que Soraya me dijo que quería salir de mantilla detrás de una procesión, una del Jueves Santo, para agradecer que su tía se había puesto buena.

Pero claro, el tanto decirme lo de la mantilla era para que la acompañara a la modista que le estaba haciendo, que necesitaba que le dijera, con sinceridad, si le quedaba bien. Pues allí que fue el tío, que a mí no me detiene nada, que yo sé de algunos a los que les daría vergüenza esto, pero no a mí, porque nada tiene de malo, me parece. La cosa es que cuando salió de probarse un poco más y me caigo de espaldas, que parecía un cuadro de Romero de Torres, pero en carne y hueso. Vaya cordobesa guapa, pero guapa de verdad, que yo no me podía imaginar que le iba a sentar tan bien, una cosa mala, lo que yo les diga. Vamos, le queda tan bien que estoy deseando que llegue el Jueves Santo para que se ponga la mantilla. Lo que me da pena es que no se la pueda poner para otras fiestas, que ya me gustaría a mí. En fin, que ya queda menos, que comienza la mejor época de mi Córdoba bendita. Las calles huelen como si hubieran abierto un tarro de colonia y las mujeres están más guapas que nunca, que vas por la calle y te faltan ojos. En fin, que más pedir, que si ya gana el Córdoba tres partidos más hasta me hago socio el año que viene, que ya es decir.

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