Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Mala sombra

EN Pechón (Cantabria), de donde son oriundos muchos andaluces de Sevilla y Cádiz, hay un paisano que le tiene puesta a sus vacas la radio todo el día. Rodrigo, el ganadero, piensa que así se sienten acompañadas y dan mejor leche. Pasa uno por la vaquería y escucha siempre Radio Nacional. Un día le pregunté por qué no les cambiaba de emisora, y les ofrecía variedad con al Ser o la Cope. "La Cope, no, que me darán mala leche", contestó.

Hay otras teorías al respecto, que no son autodidactas, sino perfectamente científicas. El lunes, en La Vanguardia, un investigador de la Ramón Llull hablaba sobre efectos y aplicaciones científicas del sonido. Jordi Jauset explicaba que está comprobado que las vacas de vaquerías próximas a aeropuertos, sometidas a niveles elevados de ruido, dan menos leche, y que las vacas de establecimientos amenizados con una selección de música clásica incrementan su producción. Por lo visto este no es el descubrimiento de la pólvora, sino que ya se sabía hace tiempo.

La música tiene también efectos beneficiosos sobre los seres humanos. Algunos inducidos. Estos días nos acompaña de manera permanente en las tiendas, durante la temporada previa a las Navidades. Tiendas que están llenas a rebosar. En las ciudades hay colas enormes para encontrar aparcamiento en el centro o en las zonas comerciales. Es como si todo el mundo hubiese oído el llamamiento al consumo que hizo hace una semana el vicepresidente Griñán en el Foro Joly. En los comercios piensan que con música agradable compramos más y mejor. Es una terapia magnífica. Una amiga mía, en los locos años de inicio de esta década, cuando nadábamos en la abundancia, cada vez que se deprimía cogía su tarjeta de crédito y se ponía a comprar hasta que se le pasaba la ansiedad. Ahora se mira más el dinero, pero se compra, se gasta y se consume como siempre en estas fechas. En el puente de la Constitución las pistas de Sierra Nevada estaban llenas de esquiadores.

Hay más dinero en circulación del que se piensa. El Instituto de la Juventud, que ahora depende del Ministerio de Igualdad, hizo pública ayer una encuesta que hace cada cuatro años con españoles de 15 a 29 años. Un 60% vive tan ricamente en casa de sus padres y no tiene pensamiento de irse. Pero resulta que entre el 86 y el 89% de los varones y entre el 70 y el 85% de las mujeres puede vivir de sus ingresos, de manera exclusiva o principal. O sea, que tienen una buena capacidad de consumir. Sus gastos no parecen orientarse hacia la cultura: un 40% no leyó el año pasado ni un libro. Pero para la música están más dispuestos. Un 87,5% dispone de equipo de sonido. Lo más relevante de la encuesta, sin embargo, no tiene buena melodía; uno de cada tres jóvenes apoya la pena de muerte. Mala sombra.

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