Vista aérea

Salvador Gutiérrez Solís

'Made in Córdoba'

RECIENTEMENTE ha concluido el rodaje, en el Valle de los Pedroches, de la adaptación cinematográfica de la imponente novela El libro de las aguas, de Alejandro López Andrada. Si consiguen trasladar a imágenes el fascinante texto, no me cabe duda de que podremos disfrutar de una hermosa y excelente película. López Andrada, para quien no lo conozca, ha construido a golpe de talento y memoria su particular Macondo o Vetusta en la tierra que lo viera nacer, hasta llegar a crear un universo propio, onírico y vital, en el que conviven en completa armonía lo real y lo soñado. La filmación de esta película es una noticia que en otro tiempo, no muy lejano, hubiera sido, igualmente feliz, pero muy extraña, especie rara, debido al desierto cinematográfico en el que se encontraba nuestra ciudad y provincia. Hemos acogido rodajes de producciones realizadas por profesionales de fuera, del resto de España y hasta algún que otro escarceo internacional. Carmen, Hable con ella, Pasodoble, Curro Jiménez, Callas o El Reino de los Cielos son algunos de los títulos en los que se puede encontrar a Córdoba y su provincia más allá de los decorados y los efectos especiales. Durante años, el que un cordobés o cordobesa se dedicara al mundo del cine, en cualquiera de sus vertientes, nos provocaba asombro y una desconcertante admiración, los contemplábamos como unos auténticos bichos raros, casi entendiéndolos como integrantes de una especie de secta extraterrestre o paranormal.

Con el paso del tiempo, nos hemos acostumbrado a ver a nuestros paisanos ante y tras las cámaras, algunos de ellos alcanzando gran notoriedad y prestigio dentro del sector. Josefina Molina, primero, y José Ángel Bohollo, años más tarde, pueden entenderse como los grandes pioneros de la cinematografía en nuestra provincia. Tras unos años de silencio, tras el estreno de la delirante Mátame mucho, de Bohollo, se produjo un breve silencio, que ha dado paso a la algarabía actual. Marisol Membrillo, Daniel Levin o Macarena Gómez ya son habituales en las teleseries de éxito o en diversas producciones cinematográficas. No me puedo olvidar de Fernando Tejero, que deslumbró a propios y extraños con su breve pero complicado papel de Los lunes al sol, y que se cobijó bajo la etiqueta de "fenómeno sociológico" en su interpretación del ya celebérrimo portero de Aquí no hay quien viva. Tejero, un actor cordobés que habla cordobés en la pantalla, es habitual en un sinfín de títulos que están posibilitando que ya cuente con una trayectoria extensa, reputada y estable. Y si Córdoba nunca ha sido muy pródiga en directores de cine, nos encontramos este año ante el estreno de cuatro obras tan diferentes como sugerentes por cuatro cineastas locales. Todo un récord.

Por un lado Javier Gutiérrez, cortometrajista sorprendente, que se alzó hace unos meses con el mayor galardón en el Festival de Cine de Málaga, con su inquietante y sinuosa Tres días. Un debut abanderado por el mismísimo Antonio Banderas, que no tardó en descubrir el talento de Gutiérrez. Y si el de Málaga es un festival de referencia, la Seminci de Valladolid es uno de los grandes clásicos. Éste último lo ganó Gerardo Olivares que, tras recorrer el mundo entero tras todas las córdobas que lo habitan, se pasó a la ficción documental con La gran final, y la reciente 14 kilómetros, dos títulos que no han dejado indiferentes ni a público ni a crítica. Más modestos, aunque también merecen ser mencionados, darle la bienvenida al primer trabajo de Fanelo Aguayo, ese cordobés roquero y errante que con presupuesto casi cero ha filmado la sorprendente Shishkebab Bob, así como a Miguel Ángel Sánchez y sus mil historias cruzadas en Ciudad Cordura, un proyecto tan personal como arriesgado. Actores y directores Made in Córdoba, un sello de nuevo cuño que, con total seguridad, en el futuro nos deparará grandes satisfacciones.

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