Hay un objeto tan perfecto? Difícilmente reemplazable. El placer de buscarlos, trastearlos o acariciarlos, admirarlos, olerlos y por supuesto, leerlos. Beberlos a tragos o de un tirón. Zambullirse en ese universo que otro ha creado para nosotros, como una invitación, conscientes de que usted y yo somos necesarios para completar ese mágico ejercicio de comunicación. En mi caso, siempre hay uno que aporta sobrepeso en la mochila buscando un hueco en mi tiempo, otros comparten mis sueños en la mesilla de noche, está el que espera seguro en el estudio, los inacabados o temporalmente descartados, y cómo no, los especiales, los que nos han hecho como somos. Mi generación, en gran medida, es lo que ha leído y lo que queda por leer. Descubrir, revisitar…

Hoy, que buscamos las ventanas a otros mundos en pantallas medidas en absurdas pulgadas, permítanme que les sugiera volver a la caricia del papel impreso. Pensemos que para llegar hasta ese punto se requirió de importantes avances tecnológicos a lo largo de siglos. Ya no se trata de piedra tallada, barro cocido o rollos de papiro. Hay que reconocer que los editores han hecho su trabajo para llevar hasta los estantes objetos altamente portables, bellos y con un secreto dentro. Descubrirlo es su decisión.

Así, un año más, hay en nuestra ciudad una feria en torno a esto. Una amena conversación entre Roberto Loya y Pablo García Baena recordando a Ricardo Molina abrió el pasado viernes la cuarenta y cuatro edición de la Feria del Libro de Córdoba. Se dice pronto. Este año se ha dado prisa y ha llegado temprano. Nada hay mejor que hacer. Autores, editores, libreros ponen a su disposición su trabajo. Un sector con más romanticismo y compromiso que dinero en donde usted resulta indispensable para cerrar el círculo.

La compra, en realidad es una inversión en usted, o aun mejor, en acercar a su hijo o hija a este viaje que quién sabe dónde le llevará. Justo esta semana, tomando café con un par de amigos, entre los que se encontraba un poeta, editor, librero y amigo radicado en Sevilla, coincidíamos en que cuando se abre esa puerta uno queda felizmente atrapado. Y ya no se deja de jugar a perderse en ellos y para volver a encontrarnos. El viernes, presentación de la poesía completa de Eduardo García. Con buenos amigos.

Acérquense y reincidan. Si usted también es muy de tocar, de besar… piérdase estos días por el bulevar. Busque, déjese aconsejar ¿Quién sabe lo que se puede encontrar?

https://www.youtube.com/watch?v=92Qf39dll2U

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