Un informe de la Junta, que parece que a todo el mundo al que le ha llegado ha decidido poner a buen recaudo, asegura que el impacto del Cercanías -otrora denominado Metrotrén- será mucho menor de lo que ahora se dice. El estudio en cuestión apunta, entre otras cosas, que Aucorsa ya atiende la demanda de ese nuevo servicio, que el ámbito geográfico al que afectaría es muy reducido y que una alternativa sería que los trenes de medida distancia entre Jaén y Córdoba y entre la capital y Sevilla hicieran paradas en Alcolea y Villarrubia. Visto sobre el papel, tampoco es que lo que se propone sea tan descabellado, si bien me da la sensación de que el verdadero problema del Cercanías es otro muy distinto al que se indica en el informe.

De hecho, la propia Junta de Andalucía -con su presidenta a la cabeza, Susana Díaz- ha decidido hacer caso omiso a las conclusiones e insiste en que es necesario articular una nueva modalidad de transporte por ferrocarril en el entorno de Córdoba. Coincido con los colectivos vecinales en que la rentabilidad social está por encima de la económica cuando se abordan determinadas cuestiones de servicio público y si, partiendo de ese precepto, se ha decidido que el susodicho informe vuelva al anonimato, pues nada que decir al respecto. De todas formas, este encargo a una consultora sí ha servido para algo y ha vuelto a poner sobre la mesa que, cuando de Córdoba se trata, no hay manera de que las cosas salgan del todo bien. La Junta de Andalucía apremia al Gobierno para que declare ya la Obligación de Servicio Público en el tramo de Cercanías que va desde Alcolea a Villarrubia. Y no le falta razón en su reivindicación. Lo que ocurre es que ese mismo ímpetu no se lo aplica a sí misma cuando se trata del resto del trayecto, es decir, entre Villa del Río y Palma del Río, y opta por ponerse de perfil, apoyar sin reservas la iniciativa y poco más. Ni fechas, ni modelo de gestión, ni nada de nada.

Mientras, el tiempo pasa. El Ayuntamiento de la capital va poniendo fechas al inicio de la puesta en marcha del servicio sin una certeza clara de que el proyecto vaya a ser una realidad. Los ayuntamientos de la Vega y del Alto Guadalquivir permanecen resignados a la espera de que alguien aporte una solución, con el único recurso del pataleo, y sólo exigen, sin éxito hasta el momento.

Y es que lo peor que le puede ocurrir a un asunto como este es que se cuele en el debate y la pugna política entre los partidos, que es lo que ha pasado. Cada cual mira más por sus intereses que por los generales y los pronunciamientos de PP, PSOE, IU o cualquier otra formación tienen más que ver con sus estrategias de desgaste del adversario que con la resolución real del problema. Pues nada, que sigan a lo suyo. A este paso, tendremos que rebautizar el tren. Ni Metrotrén, ni Cercanías: el Lejanías de Córdoba.

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