Alfredo Asensi / Córdoba / A. A.

Jeppe Hein y MUMA convierten el agua y el fuego en materia artísticaLa refrigeración elevada a arte

Los dos creadores participan hoy en el ciclo de arte urbano 'La ciudad como escenario', inaugurado ayer por Darya von Berner, con sendas instalaciones en el bulevar del Gran Capitán y la plaza de Capuchinos

El bulevar del Gran Capitán y la plaza de Capuchinos se convierten hoy en escenarios de arte público de la mano de MUMA (Josep María Soler) y Jeppe Hein, dos de los artistas participantes en el ciclo La ciudad como escenario, que hacen del agua y el fuego los elementos clave de sus instalaciones Appearing rooms. Habitaciones que aparecen y Caminos de fuego. La primera de estas obras permanecerá en el céntrico espacio hasta el 30 de agosto, mientras que la segunda sólo puede ser contemplada hoy.

La ciudad como escenario irrumpe en la agenda cultural de la ciudad como un estímulo para que los cordobeses "se identifiquen de otra manera con su propio territorio", según MUMA. Las cuatro obras que la componen (la última de las cuales, protagonizada por Miquel Barceló y Josef Nadj, ha sido programada para octubre) tienen en común diversos rasgos: son, según la comisaria del programa, Carlota Álvarez Baso, "intergeneracionales", "interdisciplinares", "transculturales" y "polisensoriales". No contemplativas sino participativas. "Es un proyecto arriesgado porque se trata de tomar el pulso a la ciudad y a la candidatura a la Capitalidad Cultural", señala Álvarez Basso, gerente de la Fundación Córdoba Ciudad Cultural, que destaca la implicación en la obra Caminos de fuego de las hermandades de los Dolores y la Paz y Esperanza y los 200 voluntarios que se requieren para ponerla en marcha.

Caminos de fuego, que se podrá contemplar desde las 22:00 hasta las 02:00 (los que deseen hacerlo tienen que acceder a la plaza desde la Cuesta del Bailío), es una "escultura social". Una intervención en la que la luz, el fuego y el silencio se asociarán para que los asistentes realicen una relectura emocional de un espacio tan emblemático en Córdoba como la plaza de Capuchinos. El artista quiere activar las capacidades sensoriales de los ciudadanos con una intervención que, asegura, quedará en la memoria colectiva como recuerdo de una experiencia evocadora.

MUMA viajó a Nepal en 1994 y en la ciudad de Pokhara vivió el festival Dewali: todas las luces de la red pública se apagan y son sustituidas por miles de velas que transforman la percepción del entorno. La experiencia le emocionó y se propuso trabajar con este concepto, que es el que hoy plasmará en Córdoba.

Appearing rooms será inaugurada a las 12:00 y durante un mes y medio permanecerá en funcionamiento en horario de 10:00 a 13:00 y de 20:00 a 01:00. Es una escultura acuática en la que chorros verticales de agua van apareciendo o desapareciendo a medida que las personas se acercan o se alejan. Fue creada en 2004 y ha sido expuesta en distintos lugares. Jeppe Hein, nacido en Dinamarca en 1974, ha exhibido su obra experimental por medio mundo.

La ciudad como escenario. 4 culturas + 4 elementos = 4 intervenciones de arte público en espacio urbanos forma parte del programa de la Fundación Córdoba Ciudad Cultural En clave 16 y ha sido organizado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. "Es uno de los ciclos de arte contemporáneo más importantes programados para este año en España", indica Joaquín Dobladez, delegado de Cultura de la administración autonómica en Córdoba. Una iniciativa que constituye una novedad en la programación cultural de la ciudad y que intenta demostrar que se puede "trabajar con el patrimonio desde un punto de vista contemporáneo", según Álvarez Basso. Otro objetivo es establecer un diálogo con la riqueza histórica de una ciudad que representa, añade la comisaria del programa, "la síntesis de la memoria de Europa".

SI quisiéramos solemnizar pedantemente el comentario podríamos decir que fue como la nube blanca de León Felipe pero a ras de suelo, junto a la Mezquita, en diálogo con la piedra, con la Historia, con el río, con el verano y con el futuro. Darya von Berner inauguró ayer el ciclo La ciudad como escenario con una obra que invitó a los ciudadanos a "ver el aire", a entrar en un ámbito atemporal, onírico y misterioso, una nube que quiere ser arte, un enigma colectivo o una forma de la memoria.

Hay un proceso técnico muy elaborado que explica la cosa. Micropulverizaciones, válvulas con láser y orificios minúsculos, partículas de agua que saturan la atmósfera y la limpian y la poetizan. El resultado, aseguran sus creadores, es la materialización de un ideal. La nube se insinuó junto a la Mezquita como una masa ambigua, higiénica, imaginaria y efímera. Una ficción hecha materia. Algo que aspira a ser una magia inesperada, levemente inquietante. "La nube que trae un viento, / las palabras que traen pena", escribió Pedro Salinas.

Esta niebla casi cinematográfica acarició la piedra con rigor de noche y vocación de jardinería. Dichoso aquel que viera en ello algún valor más allá de su eficacia como sistema de refrigeración pública. Se llamó Atmósfera en la Puerta de Alcalá; aquí, La nube de Córdoba. Su significado y sus valores connotativos también van en función de los gustos o necesidades del consumidor. Aquí es, por supuesto, el diálogo intercultural y la proyección hacia 2016. Si esta es la nube hacia 2016, la Capitalidad va a ser una tormenta.

"Por lo menos se está fresquito" fue la frase más escuchada. La humedad llegaba hasta los huesos y algunos (después de atrapar el aire, de evocar glorias califales, de sensualizar su espíritu, de creer que otro mundo y la Capitalidad son posibles) iniciaban la procesión hacia Santos con la esperanza de que quedara tortilla caliente. Preguntándose posiblemente cuánto ha costado esto y qué aporta a la ciudad y qué pintaba tanto político bajo la nube como fantasmas jocosos de un teatro.

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