Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre / Azaustre@yahoo.es

El Informe PISA

EL Informe PISA ha caído en su torva gravedad, nos ha empequeñecido en la lectura, nos ha dado estulticia constatada en la mera pericia de leer. Este informe europeo nos ha dicho lo que ya sabíamos: que los estudiantes españoles, en un grado preocupante, no entienden lo que leen. Es otro tipo de analfabetismo: frente a los que hace sesenta años no podían entender la letra impresa por desconocer el código, ahora, cuando todo el mundo entiende el código bajo la letra impresa, no se sabe bien qué significa. No es nada nuevo: los profesores de universidad vienen denunciando, entre impotencias varias y desazones rotas, frustradas y rendidas ante la virulencia de tanta herencia rala, que la gente de ahora no sólo no sabe redactar, sino que tampoco sabe qué redacta, y eso sin contar la irrupción de los diminutivos exactos de los móviles en la escritura estudiantil. Que un universitario, especialmente de letras, se dedique a incluir en la redacción de su examen final de asignatura los diminutivos de los móviles tiene algo de modernidad malévola, ingenua, impresionable, muy de los novelistas que confunden el estilo literario con la tabla periódica o el nudo narrativo con la fórmula del ácido sulfúrico. Está muy de moda decir que en los mensajes de móviles se esconde verdadera poesía, y por supuesto ocurre: sin embargo, tanto en la pantalla de los móviles como en la del ordenador, en la pared o en el folio, el poema ha de entenderse; pero no por el destinatario únicamente, sino también por su autor apasionado y celular.

Con todo, la noticia no es, entonces, que el Informe PISA haya dicho lo que ya sabíamos, sino la reacción del presidente del Gobierno: José Luis Rodríguez Zapatero ha echado la culpa a Franco, Franco, Franco, del retraso lector que vive España, consecuencia de los años oscuros de una educación deficitaria. No hace falta recordar la huella terrible y dictadora en la cultura española del fascismo triunfante, con lo que tuvo de ruptura no sólo de la mejor generación poética que ha dado el siglo veinte, sino también intelectual, investigadora, jurídica y docente; pero, después de treinta años de vida democrática, el retraso se debe a otros factores. Ha sido en democracia cuando las Humanidades, en la formación general, se han ido eliminando. Además, el presidente ha errado claramente en su lectura histórica del caso, porque antes, incluso en el franquismo, la gente no era libre, esto está claro, pero quien sabía leer entendía perfectamente aquello que leía. Hoy, esto ha cambiado, y el fracaso, entonces, es el de todos, y es por tanto nuestro, y no de antes.

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