las tendillas

Ramiro García Vila /

Indultos chapuceros

QUÉ tiempos aquellos, en los que todavía los mortales nos escandalizábamos cuando un loco(?) -léase Pedro Pacheco, a la sazón alcalde de Jerez- tuvo la ocurrencia de declarar que "la Justicia es un cachondeo"!

No sabemos si, entonces, el susodicho político disponía de razones que avalasen la susodicha... "ocurrencia". Pero sí estamos al corriente, porque fue publicado en su día, que tuvo que responder de la misma ante los tribunales de Justicia e incluso -y si mal no recuerdo- fue condenado por ello a seis años de inhabilitación, de lo que puede deducirse que la cualidad de "cachondeo" que el político atribuía a la Justicia debía ser, a la sazón, una falsedad como un templo, de grande.

El término "cachondeo" registra sendas acepciones en el Drae. Ambas, de contenido peyorativo.

No sabemos cuál de dichas significaciones quiso aplicar el político a la expresión que motivó su condena. Pero, en todo caso, el autor de esta columna es de la opinión de que la despectiva expresión carece de vigencia al día de hoy. Por una razón muy simple: la consideración ética de los administrados de Justicia -y me atrevo a decir que de muchos de los que la administran- no es que "la Justicia es un cachondeo", sino que, desde aquella, ha devenido en algo mucho peor. Es una evidencia, discutible, únicamente, desde un elevado índice de ignorancia o desde una insostenible -o enfermiza- negación de la fuerza de unos hechos, con rango de escándalo frecuentemente.

La elaboración de un listado de los referidos "hechos" precisaría de un soporte documental con espacio más amplio del que disponemos. Consecuentemente -y a título de ejemplo- nos referimos a uno solo de estos... casos -léase hechos- que vienen sobrepasando los límites del "cachondeo" para convertirse en algo de peor especie. Me refiero a las concesiones (algunas) de indulto.

En efecto: Últimamente, el auge de las concesiones no ha parado de prodigarse, aunque no de manera precisamente ejemplarizante, cuando no escandalosa. Se desprende:

Por una parte, de la extensísima variedad en la calificación jurídica de los delitos en que incurrieron los indultados o destinatarios de las dichas concesiones graciosas. La última de la que tenemos conocimiento, un sindicalista condenado a seis años por un delito de lesiones. Siguieron las referentes a cuatro mossos d'esquadra, condenados por abusos policiales; y un interminable listado de condenados por corrupción urbanística y otras podredumbres de influyentes responsables de la cosa pública, empresarios...

Por otra -y a juicio del autor de Las Tendillas- los indultos y los efectos que a los mismos se les viene otorgando dejan mucho que desear por claramente contrarios a derecho. Ouséase: Una chapuza. Lo razonaré.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios