Tribuna

Ana Casas Oncóloga Médica

Humanización y gestión de la atención oncológica

CUANDO se padece una enfermedad amenazante para la vida y tan costosa como es el cáncer, disponer de un Sistema Público de Salud es una garantía para los pacientes. Nuestro Sistema Nacional de Salud es un logro de justicia social que favorece la equidad, la igualdad de oportunidades y la no discriminación. Debemos hacer todo lo posible por mantenerlo.

El mayor nivel socio-económico y el reconocimiento de los derechos de la libertad individual están propiciando un nuevo tipo de paciente más exigente, que muestra mayor autonomía en la toma de decisiones y se implica activamente en el control de su enfermedad. Exige más y mejor información y comunicación con los profesionales y muestra un menor nivel de tolerancia ante las ineficiencias. Para afrontar este mayor nivel de exigencia del futuro, la atención oncológica debería incorporar nuevas estrategias de gestión y procurar una verdadera atención centrada en el paciente y asada en los siguientes cambios:

1. Una utilización amplia de los nuevos instrumentos de gestión y tecnologías de la información para ofrecer una atención de mayor calidad, seguridad y eficiencia.

2. Introducir los avances de la biomedicina y tratamientos oncológicos de tal modo que lleguen a todos los pacientes de forma equitativa, acorde a nuestro nivel de desarrollo económico y a una cartera de servicios que goce del consenso social. Esto requiere el compromiso de los profesionales para poder compaginar la introducción de las nuevas tecnologías con el derecho individual a la protección de la salud y el desarrollo sostenible del sistema.

3. Mejorar la política de recursos humanos y aumentar la motivación del personal. La Medicina y de forma especial la Oncología, al dispensar cuidados a pacientes muy vulnerables es una profesión vocacional en la que se consigue satisfacción moral por el mero hecho de ejercerla. Pero se precisa un alto grado de compromiso profesional y personal que se ve amenazado por una excesiva politización y funcionarización del trabajo, una falta de incentivación y un reconocimiento profesional generalmente inexistente.

4. Incorporar los valores clásicos de la Medicina al conjunto de profesionales para lograr una asistencia humanizada que significa atender al paciente como persona, tratar como nos gustaría ser tratados. Se necesita un cambio de actitud y un aprendizaje adecuado para volver a dar importancia a valores tales como el respeto por el paciente, la integridad y la honestidad en el trato, la amabilidad y la benevolencia en la comunicación, y en definitiva la compasión y el olvido de uno mismo frente al paciente. Afianzar estos valores junto a la reconocida competencia clínica y el buen juicio profesional facilitará una atención oncológica de excelencia y la satisfacción de las expectativas de nuestros pacientes.

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