LA ONU ha declarado 2008 como Año Internacional de la Patata y aquí parece que no se ha enterado nadie, con lo que le debemos a este tubérculo. Desde la tortilla de Santos, a las que fríen día a día con exquisitez en la calle Alfaros, pasando por las papas aliñás o rellenas que hacen las delicias de cualquiera. El alto organismo internacional justifica esta medida en que hay que sensibilizar a la población sobre la importancia de la función de este alimento para afrontar cuestiones de interés mundial como la malnutrición, la pobreza y los peligros que corre el medio ambiente. Es la internacionalización de lo cotidiano, la revalorización de lo común. En este año jubilar de la patata, cuando la veamos dorada y frita en su punto arropar un par de huevos con chorizo, con lomo o con lo que se quiera, tendrá uno que descubrirse, felicitarla y saborearla en comunión con toda la humanidad.

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