Fuera de cobertura

Elena Medel

Contra Heráclito

LÍNEA 2, martes 4. Pasajera de Aucorsa tocada y hundida. Tres adolescentes -chicas- suben al autobús. Una de ellas, a buen seguro extenuada y con razón, posa sus pies sobre el lugar -ocupan un espacio de cuatro- vacío. Quien observa, que hoy escribe esto, se repite no hay problema cual mantra de la urbanidad y los buenos modales. Traslado a la primera persona: me encierro en mi libro.

Ellas conversan, ríen, hasta que escucho cómo se rompe la cáscara primigenia, cómo la pipa inaugural -a la que seguirá una legión, hasta rellenar un paquete de los que sobrepasan el euro de precio- abre la veda para una espiral de traqueteos, estableciendo una rutina sonora -crujido de bolsa, crujido de fruto seco, chasquido para librarse de él- que tampoco molesta tanto. Fabulo con esas muchachas en Semana Santa, ¡la que liarán con sus snacks en la Judería!

Al bajarme topo con la realidad, más salada que cruda: las chicas, cual hilanderas mitológicas, han bordado un tapiz de basura en el suelo, una moqueta de cáscaras de pipa, una guarrada sin límites. Aquella bolsita de plástico que yo anhelaba, aquel pañuelito que mi imaginación transformaba en ataúd para el susodicho entretenimiento, no existe. Todo al suelo, hasta que el vehículo acabe su ruta. Contra Heráclito: ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, pero sí contempla en dos ocasiones las mismas cáscaras de pipa.

A unas manzanas del punto de partida de la historia anterior, miércoles 5; lo más breve no desquicia menos. El reloj coquetea con las tres de la tarde: salida del instituto. La calle invadida por motos y mochilas, conato de tapón.

En la esquina, subida a una baranda de no más de tres dedos de anchura, opositando para Pinito de Oro, una estudiante escribe algo en una señal de tráfico, jaleada por sus compañeros y encarándose con quien ose recriminarle no que destroce el mobiliario urbano, sino que se arriesgue a partirse la crisma.

Desconozco si la Educación Física se ha instalado en la vanguardia -o en el amor al circo-, fusionándose con la Plástica, si cualquier lugar es válido para dar rienda suelta al creador que encerramos, pero no olvidemos los folios, Internet, el patio de mi casa.

Citaría uno de los diálogos más brillantes de El exorcista, ese que comienza por mira lo que hace y acaba como saben, pero me lo reservo.

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