Rafalete, la gloria de san agustín

La Guía

NO es porque sea mi periódico, pero vaya tela cómo son los de El Día cada vez que hacen una guía o un suplemento especial, que no hay quien les gane, ni en información ni en cosa bonita. Y lo digo por La Guía de los Patios Cordobeses que dieron el otro día, que más claro y mejor no se pueden explicar las cosas.

Anda que no me ha venido bien La Guía, que gracias a ella me he recorrido media Córdoba y me he enterado de un montón de cosas, que esta ciudad nuestra tiene esto, que como tiene tanta historia y tanta gente ha pasado por aquí, todos los días te da una nueva sorpresa. Rafael Redel en el comienzo de La Guía explica de maravilla qué son los Patios y toda su historia, y eso me ha venido de lujo para contárselo luego a Soraya, la prima de Cayetano, que se me quedó embobada escuchándome y es que parecía que era un profesor por lo menos.

Muchas cosas ya las sabía yo, que me crié en uno de esos patios, pero no sabía que venían de tan atrás, que los cordobeses hemos vivido así toda la vida.

Es bonito aprender estas cosas, que muchas veces no nos damos cuenta de que muchas tradiciones son como son porque vienen de muchos siglos, que se han ido haciendo a lo largo de los años y por eso, creo yo, es tan difícil que desaparezcan, porque ya las llevamos en la sangre, como se suele decir. Y todas esas cosas son las que están en el cordobesismo, y no sé yo si me estoy explicando como debiera, que yo creo que sí.

Cuando llegan los Patios, mi barrio y los de los alrededores se llenan de gente de todos lados, no sólo de Córdoba, que vienen de toda España y hasta muchos extranjeros, que ya nos hemos acostumbrado en San Agustín a ver los japoneses con sus cámaras fotográficas.

Como casi todos los años, han vuelto a ganar el concurso patios que pillan muy cerca de mi casa, el de Trueque que es una auténtica maravilla o el de Barrionuevo, que aunque tenga que andar un poquillo lo tengo a tiro de piedra, como aquel que dice. Pues como antes decía, con la Guía en la mano me fui a dar un paseo la mar de grande con Soraya, que le gustan los Patios una auténtica barbaridad, que cada año se los patea casi todos.

Entre patio y patio, pues eso, nos hemos tomado alguna cervecilla o un mediecito, y en más de una ocasión he estado a punto de decirle lo que pretendo, pero siempre me he quedado con la palabra en la boca, sin saber qué decir. Espero que la próxima vez que tenga ocasión me salga la voz del cuerpo.

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