Quién es normal? ¿Yo, usted, mi panadero, el presidente del gobierno? Es curioso cómo los humanos aprendemos las cosas del mundo. A trompicones. Parece que pasamos años aprendiendo todo aquello que nos proporciona el conocimiento necesario para convertirnos en "personas de bien y de provecho". Y después, si queremos saber lo que de verdad ocurre tras el escaparate, nos percatamos de que buena parte del engranaje de conocimientos adquiridos se derrumba desde los cimientos. Rodeados como estamos de pseudoverdades, la rebeldía es el único refugio digno de la inteligencia frente a la imbecilidad. Y en este país estamos sitiados por muchos imbéciles, y aún peor, de mucha "gente normal".

Hace unas semanas, el político del PP Xavier Garcia-Albiol proponía "cerrar TV3 y abrir la televisión con gente normal", frase que provocó no pocos comentarios y algún que otro interrogante. ¿Quién es la gente normal, cómo se puede medir esa normalidad y, sobre todo, existe? Hace unos días el consejero madrileño de Políticas Sociales y Familia, Carlos Izquierdo, diferenciaba "un niño pobre" de uno "normal". Magnifica campaña para legitimar sus argumentos ¿Quién estaría en contra de la gente normal, gente de la calle y de matices moderados, el justo medio aristotélico?

"Cuando escucho hablar del hombre de la calle, de los sondeos, de los fenómenos de masa y otras cosas parecidas, pienso en todos los pacientes que he visto pasar por el diván a lo largo de cuarenta años de escucha. No hay uno solo que sea parecido a otro, ninguno con la misma fobia, la misma angustia, la misma manera de relatar, el mismo miedo a no entender. El hombre medio, ¿quién es?", decía el psicoanalista Jacques Lacan con ocasión de una entrevista a la revista Panorama en 1974.

Hoy la "gente normal" se rige por la mística de la cifra, un cálculo estadístico que pone a cada uno en su lugar o mejor en un lugar. Los tests son lo que dan legitimidad científica a la segregación, por ejemplo, de los pobres frente a la gente normal. En nombre de esa normalidad estadística, y pseudocientífica, los "anormales" van quedando marginados.

¿Son "gente normal" los de la trama mafiosa Gürtel? ¿Es normal "perjudicar gravemente" al interés general exprimiendo las arcas públicas, en connivencia y cooperación con dirigentes del PP, cómplices de la organización y de sus sobornos? Estos señores "amiguitos del alma" que se autocalifican como "gente normal" son los de los "valores". Son los católicos de misa de domingo y fiestas de guardar. Son los amigos íntimos del clero, que tanto monta. Son los que dicen defender la vida por oponerse al aborto, aunque la vida de los demás les importa nada. Son los hipócritas de mente cerrada en cuyas cabezas sólo tienen cabida sus mezquinos intereses. Ya lo decía Howard P. Lovecraft: "No hay nada tan terrible y peligroso como la gente normal" y escribía cuentos de terror. Ahí va eso.

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