Así amaneció ayer la fuente de Las Tendillas: como si en la plaza se hubiese celebrado la noche anterior una fiesta de la espuma y no la primera noche del carnaval en la calle. Tan triste imagen, que poco tiene de divertida, se supone que era el efecto de algún gamberro o gamberros que durante la madrugada vaciaron botes de detergente en uno de los iconos más característicos del urbanismo cordobés. Una mala imagen que afea la fiesta del carnaval, nutrida por gente muy talentosa y cívica que nada tiene que ver con esto, y que ojalá no se convierta en moda.
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