En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Estimado Iván Fandiño

Al padre de un torero grande. Este brindis es una mierda porque seguramente no cambie nada. Pero lo que te puedo decir es que tu hijo ha dignificado nuestra profesión y que gracias a él nos podemos sentir muy orgullosos y defendidos en todo el mundo. Él está en la gloria, donde la mayoría de los mortales sueñan estar y jamás podrán. Va por ti". Estimado Iván Fandiño, estimado maestro: quiero empezar esta carta con ese entrañable brindis que dedicaste aquel memorable día del pasado mes de febrero al padre del malogrado Víctor Barrio. Querías que tu faena de aquella tarde en el coso de Valdemorillo no sólo fuera un cariñoso homenaje póstumo a tu compañero y diestro madrileño, sino que también querías que fuese un gesto de reconocimiento a su familia por su entereza a la difícil hora de afrontar la pérdida de su ser querido. Sé que te emocionaste, como humano, cuando viste al padre de Víctor Barrio agarrar la montera que le lanzaste tras el brindis con el corazón encogido y muy agradecido.

Qué curioso y qué caprichoso es el destino, maestro. Lo que son las cosas, tan sólo unos meses después se han hecho carne en ti esas palabras que pronunciaste cuando te preguntaron por qué entraste a matar a pecho descubierto y sin muleta a uno de los toros que te tocó en suerte en una jornada memorable en la plaza de las Ventas, una jornada que coronaste saliendo a hombros del que está considerado templo del toreo. Parafraseaste a William Shakespeare cuando te preguntaron los periodistas el por qué de ese gesto destacando simple y llanamente que "los cobardes mueren mil veces y los valientes solo una". Insisto, qué curioso y qué caprichoso es el destino. Esas palabras se han hecho carne hasta convertirte en el segundo torero español en perder la vida tras una cornada en lo que va de siglo, después de que tu compañero Víctor Barrio perdiera también la suya apenas hace un año -el 9 de julio pasado-, en la plaza de toros de Teruel. Tú cruzaste la puerta de la gloria el pasado sábado en el coso francés de Mont de Marsan.

Estimado maestro, no habían pasado ni minutos de ambas cogidas cuando las redes sociales empezaron a vomitar carroña y escupir animaladas impropias del ser humano. La bajeza escondida en el anonimato, como suele ocurrir en estos casos, se alegró de tu destino como un año antes se había alegrado del de Víctor. Tengo que confesarte que a mí no me gusta el mundo del toreo, que no soy taurino, pero me he decidido a rendirte este homenaje -y de paso a tu compañero- porque me rebosa la indignación contra quienes os han atacado tan gratuitamente, contra quienes les han hecho un daño terrible a vuestras familias con esos comentarios, contra quienes no son humanos, son animales.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios