Espaliú y la doble deuda

La exposición demuestra las posibilidades que tiene el C3A si al fin la Junta sale de su cicatería centralista

Cuando en un titular de periódico aparece que Fulanito salda una deuda con Zutanito suele tratarse de un topicazo sideral, aunque hay veces, escasas veces, en las que eso no es así. Tal es el caso que aquí nos ocupará y que ayer se leía en algunos lugares bajo el título de que "Córdoba salda una deuda con Pepe Espaliú". Deuda de la que también habló la consejera Rosa Aguilar y que en este caso es más que cierta, pues dos décadas largas después de la muerte de este artista tan personal y sugerente resultaba sangrante que su ciudad natal no le hubiese dedicado una gran exposición para difundir su legado. Hasta ahora lo único que se vieron fueron intentos parciales, con buen propósito -especialmente ambicioso lo emprendido por Vimcorsa-, pero que chocaban con la realidad evidente de que Córdoba no tenía siquiera un espacio adecuado para organizar un muestra de este tipo. O sea, que no es que se ningunease a Espaliú por tal o cual motivo sino que la propia ciudad se ninguneaba a sí misma al ser incapaz de dotarse de un espacio para difundir el arte contemporáneo. Se puede hablar por ello de una doble deuda: deuda de Córdoba con el artista, con la totalidad de su mundo, y deuda de Córdoba con Córdoba. Ahora, y gracias al C3A, esa carencia se deja atrás y al fin podemos disfrutar de la obra de Espaliú en un espacio de dimensión formidable con esa antológica que comisaría José Miguel G. Cortés y que se presenta bajo el título de Círculo íntimo. Está en ella el artista con toda su valentía creadora y con sus grandes temas, como la libertad o la identidad, en perfecta disposición para disfrutarla y pensarla, porque la obra de Espaliú no es un canto a la belleza sino una honda reflexión existencial, filosófica, sobre la condición humana. Una exposición que supone en suma la inauguración real del C3A -la otra fue una ful- y que demuestra las posibilidades que tiene este estupendo edificio si al fin la Junta sale de su cicatería centralista y se decide a apostar por él sin las ligaduras con las que hasta hoy lo hizo. En la mano de Rosa Aguilar está saldar la deuda, para lo que no lo vendrá mal, en su madurez política, emular la valentía que en su vida mostró el propio Espaliú.

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