EL número dos del PSOE andaluz, Luis Pizarro, despachó el pasado fin de semana una serie de frases destinadas al periodismo de declaraciones en el que estamos lamentablemente inmersos. Su intención era golpear el hígado del líder rival, que acababa de anunciar que iba a ser candidato por Almería. Dijo que la decisión era una "huida despavorida" de Javier Arenas, a quien consideraba un "candidato perdedor". Hasta aquí las descalificaciones eran de manual, pero el dirigente socialista se embaló y se adentró en terrenos más comprometidos. Según él esta candidatura almeriense es un acto "frívolo e irresponsable", que responde a "un interés egoísta" y puramente personal. Ahí queda eso. Sostiene Pizarro que es "impresentable" que Arenas no vaya por Sevilla, que ha sido su circunscripción electoral tradicional.

Todos estos argumentos se pueden volver por pasiva. Chaves fue diputado cunero por Cádiz en 1977. Claro que de eso hace 30 años y ya es un clásico en las listas gaditanas. La pregunta, a lo Bob Dylan, es cuánto tiempo tiene que pasar para que un candidato deje de ser cunero. Pero el meollo de la cuestión es el presunto egoísmo del presidente del PP andaluz al presentarse por Almería, por un interés personal. Me llena de perplejidad. Hasta ahora había pensado que el egoísta era el presidente Chaves, que convocaba elecciones autonómicas y generales conjuntas por un indisimulable interés personal: conseguir una mayor participación que le diera más legitimidad a su victoria. Aun a costa de hurtar a Andalucía un debate intenso y serio sobre su modelo de desarrollo e integración regional, o sobre sus desafíos y riesgos del futuro.

Quienes defienden la coincidencia electoral replican que la baja participación previsible en unos comicios regionales en solitario pondría en cuestión el sistema y daría alas a los enemigos de la autonomía. Lo más atrevido que he oído, para tratar de convencernos de esta tesis, ha sido a Manuel Chaves en persona. Creo que lo dijo en Almería. El líder de los socialistas andaluces nos brindó hace casi un mes una argumentación antológica para justificar la coincidencia, que recojo literalmente de lo emitido en Radio Nacional: "Es absolutamente ficticia la separación entre el debate andaluz y el debate español... Es imposible y, además, no es bueno, separar el debate andaluz del debate español. Porque Andalucía está en España y lo que se hace en Andalucía repercute en el conjunto de España, y lo que se hace en España repercute en el conjunto de Andalucía". Léanla detenidamente. Hay mucha filosofía ahí dentro. El problema es que nos puede servir para llegar a la conclusión de que la autonomía es perfectamente prescindible. Hay egoísmos traicioneros.

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