La esquina

josé / aguilar

Educación para la ciudadanía

ES lo que tienen los pleitos en España: tardan tanto en resolverse que cuando uno los gana ya no le sirve de nada. Pueden darle la razón en su interpretación de la ley justo en el momento en que la ley cambia y la sentencia queda sin efecto. La Justicia lenta deja de ser Justicia.

Miren, si no, el caso de la Educación para la Ciudadanía, la asignatura que Zapatero introdujo en 2006 en la enseñanza obligatoria, semejante a la que se imparte en otros Estados de la Unión Europea y contra la que los obispos se echaron a la calle. Una familia de Bollullos del Condado (Huelva) planteó la objeción de conciencia a esta asignatura, el TSJ de Andalucía le reconoció ese derecho para sus numerosos hijos (seis) y el Tribunal Supremo se lo denegó: no se puede objetar, aunque sí rechazar que los libros y las clases que la desarrollan incurran en el adoctrinamiento.

En base a esta puntualización, la familia bollullera volvió a recurrir, alegando esta vez que el manual concreto con que se enseñaba la materia a su hijo en edad de cursarla era adoctrinador. Nueva sentencia favorable a la familia en el TSJA y nuevo recurso al Tribunal Supremo, en el que la Junta de Andalucía, la Fiscalía y la Abogacía del Estado insisten en que el libro en cuestión, elegido por el Consejo Escolar del centro y avalado por la Inspección, y que es utilizado en trece comunidades autónomas, no adoctrina nada, sino que informa y educa. Y eso es precisamente lo que el Supremo reconoció en sentencia del pasado mes de noviembre.

El Alto Tribunal es más que rotundo: "Adoctrinar es inculcar en el alumno determinadas ideas", y eso tiene poco que ver con la exposición de los distintos tipos de familia que conviven en la sociedad española y, con respecto a la sexualidad -¡cómo no iba a estar la sexualidad detrás de este conflicto!-, "es la exposición lo que se encuentra en el texto: información y no defensa, descripción y no prescripción, de determinados patrones y llamamiento a la responsabilidad en el ejercicio de la libertad y al respeto a la otra persona". Vamos, que el texto no incitaba al chaval de Bollullos a hacerse gay.

Y colorín colorado: la reforma que ha iniciado el ministro Wert elimina la Educación para la Ciudadanía, una de las pocas cosas del sistema de enseñanza media que no colaboran a convertirla en el fracaso que es. Los obispos, contentos. La pareja de Bollullos, más. Una guerra para nada. Una larga batalla judicial para volver al mismo sitio.

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