Con Dios de su parte

Junqueras insiste en la Audiencia Nacional y en el diario 'The Times' en su papel de católico dedicado a la oración

Los indepes catalanes han resucitado a Franco y tachado de franquista a todo bicho viviente opuesto a la declaración de independencia. Han acusado de fascistas a notables antifranquistas como Paco Frutos, Joan Manuel Serrat o Nicolás Sartorius. En su deriva sólo les faltaba invocar a los dioses. ¡Pues ya está! En la Audiencia Nacional Junqueras se defendió del cargo de rebelión con la coartada de su conducta religiosa: "Yo soy creyente y cualquier cosa relacionada con la violencia me parece fuera de lugar". Días más tarde, en carta al diario The Times desde la cárcel, explicó que dedicaba su tiempo a la reflexión sobre el pasado y el futuro y, como católico, a la oración. Ahí queda eso.

Una noche en Sevilla le pregunté si había estudiado en un colegio religioso, por su oratoria de púlpito. Me contestó ufano que había ido a una escuela laica, el Liceo italiano, pero que los jesuitas habían auspiciado su acceso al archivo secreto del Vaticano como investigador. La llegada a la política de este historiador iluminado es reciente; en 2009 fichó como independiente por ERC para encabezar su candidatura al Parlamento Europeo. Y en nada de tiempo se ha hecho jefe de la tropa. Pero la verdad que es daría la talla de monje, en todos los sentidos de la palabra, incluso estaría perfecto en el papel de abad benedictino en Montserrat.

Quizá sus reflexiones sobre el pasado le hayan permitido reparar en que sostenía con énfasis que Alemania limitaba su solidaridad interregional en función de las balanzas fiscales. Y que ni existe limitación, ni se realizan balanzas fiscales, como ha establecido en su libro el ex ministro Josep Borrell. Lo que supone faltar al octavo mandamiento: no levantarás falsos testimonios ni mentirás. Su actitud de utilizar a Dios como escapatoria a sus perfidias recuerda a Ruiz Mateos. Tras estafar a los incautos que invirtieron en los pagarés de la Nueva Rumasa dijo que si no pudiese devolver hasta la última peseta, se pegaría un tiro; pero se lo impedía su fe en Dios.

Junqueras no conocerá el refrán "Dios no cumple antojos ni endereza jorobados". Pero quizá sí aquella canción de Dylan. "La caballería cargó y los indios murieron, el país era tan joven, con Dios de su parte... Cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin perdonamos a los alemanes, aunque asesinaran a seis millones… también tienen a Dios de su lado". El jefe de ERC tiene que tener ojo con Franco: el dictador también era un ferviente católico que rezaba. Vaya a ser que también tuviese a Dios de su parte.

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