Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Cuidadín

Chiquito murió el año que Caballero Bonald cumplía años. Les unía el flamenco y el universo de Bonanza

Hasta luego, Lucas. Eso se leía en una de las coronas que acompañaban el féretro de Chiquito de la Calzada. Una frase redonda con la que si hubieran sido coetáneos se habrían despedido los evangelistas cada vez que terminaran la sesión de documentar el Nuevo Testamento. A mí me recuerda dos historias. El único suspenso que tuve en el bachiller fue en Ciencias Naturales. No quería que mis hijas pasaran por ese quinario de pistilos y estambres y busqué fórmulas para que memorizaran los conocimientos básicos. ¿Qué le dice la hoja perenne a la hoja caduca? Hasta luego, Lucas. Doy fe de que nunca más erraron en esa diferencia.

Yo creía que aquel 16 de junio de 1995 había descubierto la pólvora del periodismo. Ese día terminaba el mandato de una serie de alcaldes históricos: Carlos Díaz, Pedro Aparicio, Alejandro Rojas-Marcos... Los iban a sustituir las amazonas del municipalismo que anunciaban el triunfo de Aznar de un año después: Teófila Martínez, Celia Villalobos, Soledad Becerril. Hice un reportaje sobre el relevo en las ocho capitales andaluzas, con descubrimientos tan sorprendentes como que en el diccionario la primera acepción de la palabra alcaldesa era mujer del alcalde. Pregunté a los munícipes salientes a qué iban a dedicar su último día. El titular inicial en Diario 16 fue El Bloom's day de ocho alcaldes. Se lo enseñé a mi compañero Diego Caballero, que no entendía el significado. No arregló nada decirle que el día del relevo municipal era un nuevo aniversario del día en el que transcurre la acción del Ulises de Joyce. Le pedí su opinión, cuidadín, y me dio el título que figura en las hemerotecas: Hasta luego, Lucas.

Chiquito de la Calzada se ha muerto el mismo día que Caballero Bonald cumplía 91 años. La Academia de la Lengua siempre se resentirá de estas dos ausencias. Al escritor jerezano le cerraron las puertas; el cantaor y humorista malagueño podría haberse colado por la ventana de la institución con ese aire fresco que le dio a las conversaciones, esos giros. Caballero Bonald y Chiquito compartían el acervo del flamenco. Cuando Gregorio Sánchez cantaba con soniquete de La Ponderosa cuatro caballos van para Bonanza remitía a ese campo de Agramante que noveló el escritor y que parece el texto del cartel que Carmen Laffón hizo para las carreras de Sanlúcar. La muerte le ha dado la medalla de Andalucía que las instituciones le negaron.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios