¿Crítica o ridículo?

La ubicación de políticos en la susodicha "concentración" resulta, siempre, susceptible de crítica. A veces resulta fundada

Comparto su dolor. No su cabreo. Me refiero al dolor de una madre, Ruth Ortiz, que perdió a sus pequeños hijos, Ruth y José, cruelmente asesinados por el propio progenitor de ambos chiquitos. Posiblemente ya no quede nadie, en el territorio nacional ni fuera de él, que no haya hecho expresivas sus condolencias a la afligida madre por tan execrable crimen. Pese a ello, y a tenor de lo publicado en este periódico (edición del pasado martes) la señora a la que aludo pone el grito en el cielo a propósito de concentración celebrada en Huelva en "… recuerdo a todas las muertes violentas, especialmente de niños…".

La crítica de la señora Ortiz tiene como fundamento único un hecho que la susodicha pone en tela de juicio: La presencia del Partido Popular en dicha concentración ocupando un lugar preferente. Le parece un acto "indignante, patético, e insoportable". En todo caso, una politización de la concentración.

Lo dejamos dicho: Compartimos el dolor. No el cabreo. Por las siguientes razones: Los políticos -con independencia de sus ideologías- son responsables de la cosa pública. Y, querámoslo o no, nos representan. Son… público. En una "concentración" "apolítica" como la que motiva esta "opinión", distinguimos dos ubicaciones de los políticos asistentes a la misma: Pueden encontrarse entre el público, como ciudadanos de a pie. Y pueden, situarse en algún lugar preferente. Si, en una "concentración" como la que motiva esta "opinión", los responsables de la cosa pública pasan desapercibidos por encontrarse mezclados con los demás terrícolas, no faltaría quien criticara tal comportamiento, acusando a dichos "responsables" de no dar la cara. Mas, si, por su condición de representantes del público, los políticos ocupan un lugar preferente, nos parece un comportamiento dentro de la más estricta normalidad.

Ello supuesto, la ubicación de los políticos en la susodicha… "concentración" resulta, siempre, susceptible de crítica. A veces resulta fundada. Pero, a veces, deviene en… otra cosa. Es por ello que, a nuestro juicio, debe ser muy meditada. Porque quien la ejerce hace uso legítimo de un derecho. Obvio. Pero se expone a incurrir en la "politización" de que acusa a otros, en cuyo caso, la "crítica" deviene en aparatoso ridículo.

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