TIENE aspecto de pijo y no le acompañan la voz ni el aspecto, efectivamente da la imagen de pijo, pero no cabe engañarse respecto a Juan Costa: tiene una cabeza bien estructurada, nadie pone un pero a su formación económica -no fue Rato quien lo llevó al FMI, sino un alto cargo indio que conocía su trayectoria- y no es ningún bisoño en política. Cosa distinta es que esté acertando en la forma en que ha planteado una posible segunda candidatura a la presidencia del PP.

Cualquiera que conozca a fondo el PP llega a la conclusión de que en este momento Rajoy es el mejor candidato posible, por experiencia, porque cuenta con escaño en el Congreso y porque conoce muy bien el funcionamiento interno del partido; pero es evidente también que desde las elecciones de marzo ha cometido errores de bulto, y personas que le apoyaban de forma incuestionable y leal se han sentido decepcionados por su actitud y por los pasos que ha dado. Miran entonces hacia otro lado para buscar una posible alternativa y no encuentran muchas más aparte de Costa. Puede haberlos más formados y que provocan más ilusión, pero no son diputados; y es impensable hoy por hoy que el líder de la oposición no pueda enfrentarse al presidente del Gobierno en sede parlamentaria.

Juan Costa está muy lejos de ser un líder político, pero ante un Rajoy que promociona a caras de escasa relevancia y pocas simpatías, se empiezan a mover las cosas en torno a un Juan Costa que no es un mindundi como reconoció el propio Rajoy al encargarle el programa.

No ha hecho pública todavía su decisión, pendiente de una conversación con Rajoy, pero no se puede infravalorar lo que significaría la presentación de su candidatura. No tiene posibilidad de ganar si se presenta, aunque seguramente no le faltarán los avales necesarios, entre otras razones porque el propio Rajoy facilitaría que le llegaran a tiempo, le haría un daño excesivo que no pudiera salir adelante una candidatura adversaria por falta de avales. Pero el hecho de que se visualice en el PP otra opción con Juan Costa como cabeza y con el apoyo de algunas de las personas más queridas en el PP que hoy se encuentran en el ostracismo, daría vitalidad a un partido que ahora mismo se mueve entre la desazón y la preocupación, porque se margina a muchos de los mejores, otros se autoeliminan y pasan a primera línea personas que no han demostrado méritos para asumir responsabilidades.

Porque en el congreso de Valencia la ponencia política importa poco, la línea ideológica del PP no ha cambiado respecto a su programa electoral. Lo que importa es el nuevo equipo. Y siendo Rajoy el mejor de los posibles presidentes del PP, si falla en la elección de sus colaboradores tiene muchas papeletas para no ser candidato a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones.

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