Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Chanchullos

La mentira cotiza al alza, es un valor seguro, y los grandes negocios se hacen con un buen engaño

Lo que vende es el caos. Lo que más vale es el ruido: cuanto más mejor, menos oímos. Los grandes negocios florecen en el pandemonio. La mentira cotiza al alza, es un valor seguro. Se hace caja con un buen engaño. La moneda, cuando dejamos la peseta, tendría que haberse llamado chanchullo, no euro. Sería más tranquilizador para nosotros -sin límites para la indolencia- saber que tal presidente, o ese consejero, o no sé qué alcalde -ahora todos ex-, o aquel empresario de postín o el conseguidor del que pensábamos, tan lelos, que era un mindundi, ha trincado, desviado o "distraído" miles o millones de chanchullos y los tiene a buen recaudo en un limpísimo banco suizo o en el de una isla exótica que suena a escondrijo de piratas.

Y no es exagerado afirmar que son innumerables los que con una nómina legal perciben a fin de mes una nada desdeñable cantidad de chanchullos por tocárselos a dos manos. Hay trabajos que son eso: un buen chanchullo. Lo tienen aquellos que hemos quedado en definir como grandes orientadores de sí mismos, de su carrera sin vallas, un empleo-chanchullo con extras y vacaciones pagadas, un premio de tómbola para el pelota. Las empresas -privadas y públicas- están plagadas de arribistas y escaqueados, de trepas que reciben palmadas en la espalda mientras su cogote bien engrasado se dobla como el del muñeco de un ventrílocuo parloteando y babeando con el elogio fácil a quien lo mueve, lo dirige y le hace decir lo que quiere escuchar. Son esos que ríen, y ríen mucho, cuando oyen hablar de cese, dimisión, despido y (pre)jubilación.

Sí, las bielas de la necedad y la codicia funcionan a toda mecha, la maquinaria del chanchullo va como un tiro. Y mientras, el vino se desparrama, la música sube de volumen y el personal toca las palmas entre una barrumbada y otra. Asomado a este panorama me ha venido a la cabeza algo que leí hace tiempo en un cuento de Charles Baxter, Saul y Patsy empiezan a sentirse a gusto en Michigan: "Este país está cayendo en manos de los ricos y los estúpidos. Cada vez es peor. La confabulación de los idiotas empieza en las escuelas, pero cosecha grandes resultados en los negocios. En todas partes por donde he mirado últimamente he visto a un estúpido jovial en un puesto de enorme responsabilidad. Nos están minando los majaderos y los zoquetes". Saul lo dice, es obvio, de su país, Estados Unidos, pero le viene al pelo a otro: España.

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