Crónica Personal

Cerca de los independentistas

Es evidente que un Pablo Iglesias en declive ha aprovechado el tren del 155 para hacer electoralismo

Lo anunció él mismo antes de que se lo anunciaran otros. Pablo Iglesias, que sabe mucho de comunicación, se apresuró a informar a los periodistas que hacen su trabajo en el Congreso que está preparando el recurso ante el Tribunal Constitucional por la aplicación del 155.

Una iniciativa que pretendían presentar ERC y PDeCAT, pero al no sumar los 50 escaños necesarios, llevaban días pidiendo a Pablo Iglesias que se sumara Podemos con sus satélites. Finalmente el líder de Podemos dijo sí pero que lo haría en solitario: piensa que de esa manera se tomará la decisión como si hubiera salido de su cabeza, motu proprio, pero no engaña a nadie: ha sido el instrumento de los independentistas.

Es evidente que un Iglesias en declive ha aprovechado ese tren que le pasaba por delante para hacer electoralismo. La campaña catalana empieza ya, e Iglesias necesitaba apuntarse algún tanto después de ver cómo Colau se lleva permanentemente el gato al agua mientras Podemos sigue con sus problemas internos. La mitad de Podemos no comparte la ambigüedad calculada hacia el independentismo catalán, que se interpreta como una inclinación hacia ese independentismo que tiene poco que ver con el espíritu y la letra de lo que en origen era Podemos; y por otra parte la política de Iglesias de arrinconar a aquellos que cuestionan su forma de hacer las cosas no ayuda nada.

Bescansa se automarginó primero y vive una trayectoria propia ahora, Errejón hace como que se ha vuelto a arrimar a Iglesias pero es un secreto a voces que el arrime se mantendrá solo hasta que se celebren las elecciones autonómicas y municipales en Madrid, pues es candidato, y en las filas podemitas se habla abiertamente de las brechas que existen actualmente en el partido por las imposiciones de Iglesias y por su postura en Cataluña. Tomar la iniciativa de presentar el recurso al 155 le permite ser protagonista por un día después de echar de menos ser protagonista todos los días, pero es evidente que ya no es, ni de lejos, el político que provocaba pasiones, se consideraba el defensor de los peor tratados y se vendía como el promotor de una nueva forma de hacer política.

Va a ser que no. Al final, como tantos otros, se ha dejado llevar por sus ambiciones personales, por la tentación de rodearse de leales incondicionales aunque no sean los más eficaces, y por jugar al oportunismo a la menor ocasión. Sobre todo, en tiempos electorales.

El 155 ha sido una excelente oportunidad para presentarse nuevamente como el látigo del "eje del mal". Para él, eje formado por los partidos constitucionalistas.

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