¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La Cataluña silenciosa habló

Sin grandes empresas y llena de banderas de España. Ésa es la Barcelona que ha conseguido Puigdemont

Sin grandes empresas y llena de banderas de España. Ésa es la Barcelona que ha conseguido Carles Puigdemont. La famosa sociedad silenciosa catalana dio ayer un paso al frente en una jornada histórica que nos redimió de una semana convulsa y angustiosa. Una manifestación masiva como la de ayer no se consigue a golpe de autobuses fletados en La Mancha o Andalucía, como insinuaban las antenas mediáticas del soberanismo. La movilización fue catalana, incontestable, rotunda y, probablemente, definitiva para frenar el golpe de Estado urdido por la comandancia del procés. Como dijo muy claro Mario Vargas Llosa en su discurso: "La democracia española está aquí para quedarse y ninguna conjura independentista la destruirá".

La jornada de ayer proporcionó a la causa constitucional la dosis de pasión que le hacía falta. No se ganan las batallas políticas sólo esgrimiendo la legislación vigente, por muy venerable que ésta sea. El bloque españolista necesitaba la imagen que abriese los telediarios del aburrido domingo europeo, y la consiguió. Decenas de miles de banderas de España y Cataluña rebosando las amplias avenidas de Barcelona fueron la evidencia de que la mayoría de ciudadanos no están dispuestos a dejarse imponer una independencia que no desean. Desde ayer, la senyera -la de verdad, sin añadidos- es un emblema de la unidad entre los españoles. Esta grave derrota simbólica aún no ha sido del todo calibrada por los independentistas. Abandonar la histórica cuatribarrada y adoptar como insignia la estelada -un burdo tuneo tropical- ha sido un grave error del independentismo. Las banderas son y serán importantes, por mucho que esta idea disguste a las damas/os de blanco que se concentraron el domingo en muchas plazas de España.

Esta semana, probablemente, asistiremos a un recrudecimiento de la movilización nacionalista, con o sin declaración unilateral de independencia. Nuestra apuesta es que el estado mayor soberanista intentará poner en marcha un procés de baja intensidad que le permita mantenerse en el poder de una forma pseudolegal e ir avanzando en la consecución de sus objetivos. Está en manos del Gobierno central impedir la celada. El camino se lo ha marcado Albert Rivera: aplicación del 155 y convocatoria de elecciones autonómicas que clarifiquen el espeso panorama político catalán. Levántese ya de la mesa, señor Rajoy, esta timba no da para más.

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