La tribuna

Alberto Priego

Bombay, nueva estación del terror

EN tiempos de la colonización había quien decía que la India era un país unido por la Corona Británica y por el ferrocarril. En buena medida era verdad, ya que la India es un país con tal diversidad que presume de tener reconocidas quince lenguas oficiales o de acoger varios cultos. De hecho, la India es el segundo Estado musulmán del mundo por número de fieles, 175 millones, sólo superado por Indonesia y por delante de países como Turquía, Egipto o Pakistán. La existencia de esta importante minoría musulmana en la India es una de las principales fuentes de tensión entre Delhi e Islamabad ya que, de acuerdo a la Teoría de las Dos Nacionalidades que inspiró la partición de la India, los musulmanes deberían vivir en Pakistán y los hindúes en la India. Sin embargo, en medio quedaron unos territorios, Jammu y Cachemira, que han provocado tres guerras entre los dos Estados.

La victoria electoral del viudo de Bhutto, Zardari, ha supuesto una mejora de las relaciones entre la India y Pakistán. El líder del PPP se ha atrevido a calificar de terroristas a los grupos violentos pakistaníes y ha expresado el compromiso de no iniciar una guerra nuclear con la India, una clara medida que genera confianza.

Sin embargo, este acercamiento ha sido muy criticado por radicales de ambos lados. El asalto a la ciudad de Bombay tenía dos objetivos: inutilizar los esfuerzos llevados a cabo por el presidente Zardari y llamar la atención de la Comunidad Internacional. Por ese motivo, los ataques están llenos de simbolismo. Los terroristas secuestraron un pesquero en Karachi y cuando llegaron a Bombay utilizaron barcas neumáticas para alcanzar la costa, como si de una película Bollywood se tratara. Una vez los terroristas tocaron tierra se dedicaron a sembrar el pánico en las zonas de la ciudad frecuentadas por extranjeros para atrincherarse finalmente en los hoteles Taj Mahal y Trident Oberei. Según parece, la idea de los asaltantes, que llevaban grandes cantidades de munición y comida, era negociar con las autoridades la liberación de los integrantes de la organización Muyahidines Indios. Sin embargo, las autoridades de Nueva Delhi no dieron opción y optaron por la intervención sin concesiones. El resultado: casi 200 muertos y un número indeterminado de heridos.

Así, aunque ha sido un atentado más de los muchos que habitualmente sufre la India, su modo de acción y sobre todo su objetivo lo convierten en algo diferente. Por un lado, el método utilizado difiere del habitual. Normalmente, los atentados en la India se realizan con una bomba situada en un lugar determinado, ya sea hoteles, trenes o templos religiosos. La utilización de un grupo de asalto implica un entrenamiento previo de los terroristas que, probablemente, se llevó a cabo en Pakistán. Por otro lado, el objetivo principal de los asaltantes eran los extranjeros, ya que buscaban una repercusión internacional que gracias a la cobertura mediática consiguieron.

Con respecto al grupo que ha reivindicado el atentado, Deccan Muyahideen, parece ser algo ficticio y no estar vinculado con los Muyahidines Indios. De hecho, el mail que reivindicó el atentado está en Hindi con palabras en Urdu (lengua de Pakistán) cuando habitualmente este último grupo utiliza el inglés. Por otra parte, el tono es mucho más suave. Por si todo ello fuera poco, el rastreo del mail nos lleva a un ordenador ruso ubicado en Pakistán. Por tanto, parece que el grupo que llevó a cabo el atentado no fue Deccan Muyahideen, sino Lashkar-e-Taiba, una organización con base en las zonas tribales de Pakistán, donde posee campos de entrenamientos para terroristas de varias nacionalidades, como árabes o chechenos. El modus operandi, el ordenador desde el que se mandó el mail, la semejanza con atentados cometidos por chechenos, la amenaza vertida por un periódico vinculado a la organización (Majallah al-Dawa) o la confesión de uno de los asaltantes nos hacen pensar que Lashkar-e-Taiba pudiera estar detrás de los hechos de Bombay.

Ahora la pregunta es ¿cómo va a afectar este atentado a las relaciones entre India y Pakistán? La respuesta debería ser que no van a verse perjudicadas por los tristes acontecimientos de Bombay. Sin embargo, parece difícil que el proceso de distensión siga por la senda que tomó Zardari cuando llegó al Palacio presidencial de Aiwan-e-Sadr. Para ello, Pratibha Devisingh Patil tendrá que confiar en la buena voluntad del viudo de Bhutto cuando asegura que su gobierno no tiene nada que ver con la organización de los atentados. Condolezza Rice ya se ha desplazado a la zona aunque el grueso del trabajo tendrá que llevarlo a cabo Hillary Clinton.

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