Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

En el Berlín babilónico

Para quienes pensamos que la televisión es un estercolero, 'Babylon Berlin' es la rosa que florece en la inmundicia

Puede que hayas estado -o lo hayas soñado- en Nueva York antes del derrumbe de las Torres Gemelas y en Londres cuando los Clash cantaron sobre el Támesis London Calling y en París con una novia que te dejó por un abogado pijo cargado de másteres y en Moscú antes de que las cruces ortodoxas arrumbaran a la estrella roja, pero si estás en Berlín sea en el momento que sea, incluso ahora, cuando las grandes ciudades exudan ese tufo a parque temático que tanto gusta oler a las mesnadas de turistas y en un edificio de Kurfürstendamm en el que se exhibe lo último de Tommy Hilfiger descubres una placa que recuerda que en él escribió Robert Musil parte de El hombre sin atributos, incluso a pesar de eso, sabes que ahí, en Berlín, ocurrió todo aquello.

Así que el hallazgo de Babylon Berlin (Movistar Series Xtra) emociona como uno de esos placeres que se disfrutan en silencio, a solas, en la intimidad. Para quienes ya no vamos a cambiar la opinión de que la televisión es mayormente un estercolero, esta serie alemana viene a ser como la rosa que brota y florece en medio de tanta inmundicia catódica, demostrando que este continente viejo y cascado por tantos achaques es capaz de crear y producir gemas como BB. El espectador viaja con ella a la República de Weimar, al Berlín sofisticado y sórdido de finales de los años veinte, una capital tan espléndida como decadente convulsionada por la agitación política que es ya sin saberlo el larvario del monstruo que lustros después abismará a Alemania y a Europa. Es en ese Berlín de mítines proletarios y transgresión cabaretera, con policías y funcionarios corruptos machacando molleras de revolucionarios, con agentes de Stalin breando a activistas trotskos, de desvergonzado travestismo y prostitución de alta alcurnia y baja cama y de hedonismo noctámbulo desparramándose al ritmo de un jazz frenético entre humo de hachís y vapores de alcohol, en el que el atípico teniente Gereon Rath -ya todo un clásico de la novela negra alemana creado por el periodista Volker Kutscher, autor de la novela Sombras sobre Berlín, en la que se basa la serie- se pierde y se reencuentra y se vuelve a perder en la investigación de una intriga que lo lleva de los bajos fondos a las todavía más profundas y viscosas cloacas del Estado: la sentina en cuyo jugo se estaba incubando el huevo de la serpiente.

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