¿Hasta cuándo?

En medio de las llamadas, los correos, las prisas, un miércoles que sirvió para algo: la asociación Eduardo GarcíaEn la huelga, no era día para caer en provocaciones, pero tampoco lo era para permitir el delito

Pese a que no hay que descartar que ganen las elecciones los partidos más o menos independentistas -o que gobiernen mediante un tripartito que incluya al PSC-, cuando concluya el vodevil secesionista tendremos que darles las gracias. No sólo ha servido como revulsivo a una parte importante de la sociedad catalana atenazada por el temor a la supremacía y el poder omnímodo de los nacionalistas, también lo ha hecho como nexo de unión entre quienes piensan distinto pero comparten valores democráticos y como cauce para la denuncia de los múltiples y variados excesos perpetrados desde los sucesivos gobiernos de la Generalitat, sea en el ámbito de la educación, de la seguridad o de los medios de comunicación públicos; por desgracia, con toda seguridad, hoy en TV3 hablarán de presos políticos, insultarán a España y sembrarán cizaña golpista: ¿hasta cuándo?

Esta semana nos han dado nuevos motivos de gratitud. La repugnante huelga general convocada entre otros por un sujeto condenado por el asesinato de varias personas en los años 70, amnistiado después y elevado a la categoría de líder social ahora, demuestra, entre otras muchas cosas, la naturaleza sectaria y fanática de buena parte del independentismo, así como su nulo respeto por los derechos de los ciudadanos, y debería tener una eficacia electoral más poderosa que cualquier programa. Y, por supuesto, demuestra también la imperiosa necesidad de una ley de huelga, prometida por el PP en distintos programas electorales a lo largo de los años y nunca aprobada pese a disfrutar de cómodas mayorías absolutas: ¿hasta cuándo sin ley de huelga?

Ciertamente la brutalidad de la violencia ejercida durante la huelga, el sabotaje a la vida diaria de miles de trabajadores, el quebranto sufrido por las empresas y, en general, el boicot a la convivencia en Cataluña, debería ayudar electoralmente a los partidos constitucionalistas pero no estoy seguro de ello, en especial en lo que se refiere al PP, porque la tolerancia por parte de los Mossos, ya controlados por el ministro Zoido, fue, preso del pavor a ser acusado de violento como el 1-O, alarmante. Sin duda, coincido en eso con el ministro, no era día para caer en provocaciones, pero tampoco lo era para permitir el delito, la violencia y el pisoteo de los derechos ciudadanos: ¿hasta cuándo ese miedo, ministro?

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