Juan Muñoz Lara tenía sólo 27 años el día en el que viajaba por esas casualidades de la vida -que no sabemos si son del destino o de qué son- en un cercanías -en el conocido como tren 21431- rumbo hacia la madrileña estación de Atocha. Y viajaba por casualidad porque el joven, que era técnico de Telefónica, llevaba algún tiempo de baja tras sufrir un accidente de moto, por lo que al no tener que ir al día siguiente a trabajar, la noche anterior se había quedado a dormir en casa de su novia. Por la mañana -la del 11 de marzo de 2004- subió a ese tren acompañándola a ella, que sí se dirigía a su puesto laboral. Justo a las 07:37 tres bombas explotaron, aunque no de manera simultánea en la vía 2, dentro de la estación de Atocha. A las 07:38, otras dos reventaron en el tren 21435, en la estación de El Pozo del Tío Raimundo, y otra más en el tren 21713 en la estación de Santa Eugenia. Segundos más tarde, cuatro artefactos más destrozaron el tren 17305 en la calle de Téllez, justo 500 metros antes de entrar en la estación de Atocha.

Juan y su novia perdieron la vida en esos momentos de esa barbarie yihadista que nos pegó a todos muy fuerte en el corazón. Ellos dos engrosaron esa lista negra de 177 fallecidos en el acto o durante los primeros minutos en un atentado que desgraciadamente convirtió al conocido hoy como el 11-M en un día inolvidable, de esos que todo el que lo vivió sabe perfectamente dónde estaba y qué estaba haciendo cuando se enteró de los hechos. Esas cosas no se olvidan por muchos años que pasen. Ese tragiquísimo jueves no se olvida por muchos siglos que pasen.

Juan había nacido en el pueblo cordobés de Guadalcázar, hasta donde su familia lo trasladó para enterrarlo dos días más tarde, un sábado en el que aún no habían logrado identificar los restos de su novia. El actual secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, natural también de Guadalcázar, acudió a ese funeral. Han pasado ya 13 años y ayer Nieto recordó que España continúa en Nivel 4 de alerta terrorista -el máximo es Nivel 5- y que "se han realizado más de 700 detenciones de personas vinculadas al yihadismo desde que se produjo el atentado del 11-M en Madrid", además de referir que de cada diez detenciones de personas relacionadas con el yihadismo, ocho acaban en una condena penal.

A Juan nunca lo conocí, pero me tocó en el ejercicio de mi profesión acompañarlo en ese su último viaje en su Guadalcázar, inmortalizándolo en una crónica periodística que jamás hubiera querido escribir. Hoy quiero personificar en Juan a todas esas víctimas que, como él, nos dejaron por esa sin razón el 11-M y también quiero personificar en él a todas esas otras víctimas anónimas a las que unos asesinos más propios de siglos ancestrales les siguen arrebatando la vida en lugares como Siria. Insisto, esas cosas no se olvidan por muchos años que pasen.

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