Ocurre cada 28 de febrero que el sentimiento andaluz sale a debate. Hay quien reniega de los lunares y los volantes, del flamenco, de la gracia, de los chistes y la siesta. Hay quien disfruta con todo eso y además es un fiel seguidor de Canal Sur, la copla y Juan y Medio. ¿Quién es más andaluz? ¿Qué es sentirse andaluz? ¿Qué es el sur? Lo describía perfectamente el hoy hijo predilecto de Andalucía Luis García Montero. El sur es prácticamente un estado de ánimo que reivindica la lentitud, la pausa, la protección de lo nuestro y los nuestros, la alegría. Para ello importa bien poco el lugar donde se haya nacido o adonde te haya llevado la vida. El sur es una forma de ser que no todos tienen la suerte de compartirla y que, también hay que decirlo, aflora de manera natural en nuestra Andalucía. Una se siente muy del sur en uno de los rincones más mágicos de esta Córdoba, donde el tiempo parece detenerse, donde uno parece perderse. O encontrarse. La plaza de Jerónimo Páez es uno de esos lugares a los que se llega como esperando el leal abrazo de una madre después del desengaño más hondo, donde la lentitud es lo importante.

Hay otros rincones donde el sur aparece en todo su esplendor. La alegría está en San Jacinto, en Sevilla, al calor de unas cervezas y unos amigos. En el pescaíto de la Estrella o en el momento en el que una cruza el puente de Triana. La alegría de los mejores años que esa bendita tierra conserva y me los devuelve cada vez que piso sus calles. Pocas sensaciones reconcilian así con el sur que los paseos sevillanos, el reencuentro entre la persona que eres y la que imaginabas ser. Sur es también la luz y la claridad gaditana, donde la sobremesa es eterna. Los olores de Doñana, ese cuidado y protección a una naturaleza que es el mejor legado sureño que se puede dejar. La pausa malagueña, mejor en primavera que en verano; la belleza de Granada, ese primer paseo por el Albaycín. El tiempo detenido en los campos de Jaén y la sensualidad de los paisajes del Almería.

Hay sur más allá del sur, faltaría más, y eso incrementa el bienestar de los que sentimos esta tierra -o cualquiera- como un estilo de vida, del que no hay que renegar, sino abrazar en toda su diversidad y grandeza. Para todos aquellos que lo sientan así, feliz Día de Andalucía.