¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

'Aztlán D. C.'

Trump es una incógnita en las antípodas de esa previsibilidad de Rajoy que tanto desdeñamos por estas tierras

La victoria de Donald Trump nos trae a la memoria un cuento de Yuri Herrera que leímos hace tiempo en la revista Letras Libres, la publicación de los herederos de Octavio Paz cuyo director, Enrique Krauze, ha sido precisamente uno de los intelectuales mexicanos más activos contra el ascenso político del magnate de Queens. En dicho relato, el autor imagina el primer encuentro en el despacho oval entre el presidente saliente de los EEUU -un wasp de toda la vida- y el primer mexicano que ha logrado llegar a la Casa Blanca, retratando con ironía la mezcla de curiosidad y terror que se apodera del gringo ante la realidad de que un panchito se siente en mismo trono republicano que en su día ocuparon George Washington o Abraham Lincoln, hombres de limpia estirpe protestante y blanca. "¿Cómo será pensar en mexicano?", se pregunta el personaje con indisimulable angustia.

¿Cómo será pensar en clave Trump?, nos preguntamos nosotros ahora, tras una jornada electoral norteamericana en la que el espectacular despliegue periodístico ha estado a la altura de la absoluta incapacidad de los mass media para explicar lo que estaba sucediendo, más allá de culpar a los pobres de origen caucásico del desastre. Porque, pese a sus exabruptos, sus faltas de respeto, sus amenazas, sus discursos xenófobos y su aspecto de patán maduro, el presidente electo de los EEUU sigue siendo una gran incógnita para la mayoría. Hay pruebas suficientes para pensar que Trump, un populista de evidente inteligencia que ha logrado llegar a una de las cimas del poder mundial, carece por completo de ideología y que su discurso electoral no ha sido más que un crecepelo atractivo para incautos y desesperados. Probablemente, Donald hará gestos populistas y verborreicos, pero después, como buen empresario de éxito, desplegará una política pragmática que pueda conseguir en el Congreso el apoyo de un Partido Republicano que le considera un advenedizo. O no. Ya dijimos que Trump es una verdadera incógnita, en las antípodas de esa previsibilidad de la que tanto le gusta presumir a nuestro Mariano Rajoy y que aquí desdeñamos por aburrida.

Por cierto, que el relato de Yuri Herrera, que se titula Aztlán D. C., acaba con la primera y más temida decisión del nuevo presidente de origen mexicano: cambiar las cortinas del despacho oval.

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