Los secesionistas catalanes siguen perdiendo la batalla jurídica, empatando la política y ganando la propagandística. Junqueras continúa en la cárcel por decisión del Supremo, Puigdemont permanece en Bruselas huido y sus huestes confusas. Ocho de los 70 diputados independentistas conseguidos con el 47% de los votos de los catalanes están en prisión preventiva o prófugos de la Justicia. Y esto supone un problema para conseguir la mayoría en la Mesa del Parlament que se const'ituirá en diez días. Los estados mayores del soberanismo deben ahora mover piezas o enrocarse. Decidir si los imputados por rebelión, sedición, conspiración y malversación dimiten para que otros ocupen sus escaños o montan otra astracanada.

Las astracanadas resultan irritantes en el resto de España, pero funcionan muy bien fuera. Una parte de los corresponsales europeos en Bruselas, de la prensa seria crítica con el populismo, le ríe las gracias a Puigdemont. Ha comprado con ingenuidad e ignorancia dos etiquetas vendidas por los publicistas del soberanismo: hablan de exiliados y presos políticos de la misma manera que calificaron a ETA durante años como grupo separatista vasco y no como banda terrorista. Se han escandalizado tanto de las cargas de la policía el 1 de octubre, que parece que aquello fue la matanza de San Valentín. ¿En qué hospital estuvieron los mil heridos, que no se les vio? La propaganda independentista funciona y el Gobierno no acierta a combatirla. Un activo corresponsal francés, publicó estos días en twitter fotos de Gandhi en la cárcel, con el lema "la ley es la ley", o sarcasmos como "qué es hermosa la democracia en España".

Entretanto los tres magistrados de la Sala de Apelaciones del Supremo han dado la razón al juez Llarenas sobre la prisión preventiva de Junqueras. Consideran que nada indica que haya abandonado su pretensión de alcanzar la independencia de Cataluña mediante una declaración unilateral, o que no vaya a alentar movilizaciones populares como la que rodeó y secuestró a la comisión judicial que inspeccionaba su Consejería de Economía. Los magistrados piensan que existe riesgo de que se repitan episodios de tumulto de los que el Supremo responsabiliza a Junqueras y el resto de investigados. Declararse temeroso de Dios no le ha valido al jefe de Esquerra. Más le habría servido acatar la Constitución.

Queda la política. Existe alarma, señalada por el propio presidente Rajoy, de un estancamiento de la situación catalana de graves consecuencias para el conjunto de la economía nacional. Y además están los chantajes. Junqueras ya amenazó en el Parlamento Europeo en noviembre de 2013 con parar la economía catalana para perjudicar la deuda y la prima de riesgo españolas. Hasta Messi ha puesto una cláusula en su nuevo contrato con el Barça para poder irse si se proclama la independencia. Pero hay que hablar. Hay que salir del empate.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios