Crónica personal

Pilar Cernuda

¿Antipatriotas?

ZAPATERO no se inmuta, sigue en su nube, pero le ha salido un grano con los transportistas. Cualquiera que se acerque a una estación de servicio a llenar el depósito de su coche queda temblando, así que se comprende que los que están permanentemente en carretera hayan hecho un plante. No pueden más. No llegan a fin de mes desde hace tiempo, se han duplicado sus gastos y también el precio de los productos que llevan de un lado a otro, de un país a otro... aunque ellos no han visto un duro de esa subida, mientras sus gastos en gasoil se han incrementado en un 40 por ciento en el último año.

El Gobierno de Zapatero se enfrenta a su primer conflicto social serio -por cierto, ¿dónde están los sindicatos?- y se enfrenta, además, con un elemento en su contra: la mayoría de los ciudadanos comprenden perfectamente las razones que han llevado a los transportistas a echar su órdago. Saben además que tras ellos llegarán otras movilizaciones, empezando por los pescadores, y siguiendo por los agricultores, todos ellos afectados por una subida descontrolada de los gastos que Zapatero no ha querido ver, aunque hacía mucho tiempo que se preveía.

La postura de Zapatero en todo lo relacionado con la situación económica es de una irresponsabilidad que clama al cielo. Meses atrás se dedicó a calificar de antipatriotas a quienes pedían, suplicaban, que se tomara en serio las consecuencias de la subida descontrolada de crudo. No lo hizo. Decía que los que anunciaban el incremento del paro falseaban los datos, que mentían los que se quejaban de que la cesta de la compra se había encarecido en un 30%, no hizo caso a quienes pedían medidas fiscales que apaciguaran el golpe y, en su línea habitual de callar con dádivas las protestas, prometió 400 euros a descontar del IRPF sin consultar con Solbes, que no pudo explicarle que esa cantidad dejaba secas las arcas del Estado.

Nos vienen muy mal dadas. Vamos a sufrir lo que no está en los escritos, porque el incremento del precio del crudo es desorbitado, pero sobre todo porque Zapatero se ha negado sistemáticamente a admitir que venían tiempos de vacas flacas y se ha limitado a decir que el superávit lo arreglaba todo. Mientras nuestros vecinos se ponían las pilas, el presidente presumía de las cifras que le eran favorables; mientras alemanes, franceses, británicos y portugueses tomaban medidas drásticas para paliar la crisis, Zapatero decía que de crisis nada y que seguíamos siendo el país europeo con mejores índices.

Los bancos no conceden créditos, el incremento de las hipotecas ha provocado la mayor crisis inmobiliaria de la historia, las familias viven angustiadas por el paro, los comercios punteros admiten que han bajado un 30 por ciento sus ventas y las calles están plagadas de "se vende" y "se traspasa".

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